Pocos asuntos han requerido más horas de trabajo institucional que todo lo relativo al traspaso de la competencia de tráfico para que Navarra la asuma en exclusiva. Un derecho arrebatado a la Comunidad Foral por el franquismo en 1962 y con el que políticos de derechas e ignorantes de lo que significan los Fueros acostumbran a hacer demagogia barata e incurrir en la mentira. Su argumento más recurrente es que se trata de un pacto con EH Bildu para echar a la Guardia Civil.

La realidad es distinta. No estamos estrictamente ante un acuerdo con Bildu, sino entre las administraciones foral y española con el respaldo parlamentario casi unánime y desde luego no es para que la Guardia Civil deje de operar en Navarra, donde en la actualidad cuenta con más de 50 cuarteles distribuidos por todo el territorio. Se trata, además, del cuerpo policial con mayor número de efectivos desplegados en la Comunidad Foral. A día de hoy trabajan por aquí unos 1.800 guardias civiles. Un número equivalente a la suma de los aproximadamente 1.100 agentes de la Policía Foral y los 700 de la Policía Nacional. Por lo tanto, la posibilidad de que los 150 guardias civiles que se dedican al tráfico dejen de hacerlo de manera progresiva y con la opción de integrarse en la Policía Foral manteniendo sus sueldos dista mucho de suponer su expulsión de Navarra, como algunos se empeñan en seguir vociferando por algunas tertulias aun sabiendo que es una falsedad.

El traspaso de tráfico, sin embargo, obedece en primer término a criterios de eficacia. Todo el mundo sabe que es mejor que la responsabilidad de velar por la seguridad en las carreteras recaiga sobre un mando único. Por mucho que UPN siga pregonando que esa tarea debe ser compartida entre los dos cuerpos policiales, responsables de los uniformados reconocen en privado que esta duplicidad de vez en cuando da lugar a algunos desajustes. Por lo demás, si le preguntas al ciudadano si prefiere que le dé el alto un txapelgorri o uno de los que todavía utiliza el tricornio para actos protocolarios, la respuesta siempre será la misma; ninguno. No vaya a ser que te pongan una receta.