La actualidad ha recuperado el caso Alves por la fianza del millón de euros que le permite salir de prisión provisional, cuando lleva cumplido un 25% de condena, hasta la sentencia definitiva. Dani Alves ya fue considerado culpable pero se han interpuesto recursos y falta el desenlace final. Futbolista estrella y millonario acusado de violación a joven anónima. Ha podido comprar su libertad. Comprobamos que la justicia no es justa, no funciona igual si eres rico.

La actualidad también ha rescatado el caso Nevenka por la película que Icíar Bollain está rodando sobre esta mujer, una economista concejal de Hacienda de Ponferrada que hizo que el alcalde de esa localidad, Ismael Álvarez, del PP, fuera condenado por acoso sexual hace veinticinco años. Un hito. Nevenka, la primera mujer en España que consiguió la condena de un cargo político. Ella también era del PP pero sus compañeros de partido la abandonaron y se posicionaron con el alcalde. El peaje por hacer historia fue enorme: su salud física y mental, pidió la baja laboral por depresión; el abandono de su ciudad, dejó Ponferrada; la pérdida de futuro laboral, tras ganar el juicio no encontró trabajo en España y se mudó a Inglaterra y después, a Irlanda.

Son dos casos de David contra Goliat. Existe una teoría fascinante del politólogo Ivan Arreguín-Toft acerca de cómo los débiles ganan las guerras a los fuertes. Depende de cómo luches. Si ambos bandos emplean las técnicas de los fuertes y poderosos, la probabilidad de ganar del débil se reduce al 29,5% (que ya es mucho). Pero cuando el débil deja de utilizar las armas del poderoso y combate con tácticas poco convencionales y de guerrilla su posibilidad de vencerle asciende hasta el 63,6%. Espectacular, ¿no? ¿Por qué entonces seguimos hablando de David contra Goliat en los informativos, en los tribunales, en las conversaciones de bar y parque infantil? Porque sigue siendo extraordinario que con todo el aparato de poder, dinero y contactos que tiene el fuerte, el débil consiga ganar.