Aquí no es lo mismo que te corte el árbol Larretxea que Astibia, ni que el árbol esté en la Plaza de la Cruz, en Sarasate o en la Cuesta de Beloso. Según quién empuñe el hacha, sea UPN o sea Bildu, el respetable es más amigo de los árboles o menos, los ve sanísimos o enfermos, creen que dan más sombra o menos y usa talar o usa apear. Esto funciona así, no nos pilla a nadie de nuevas, porque llevamos ya mucho entre Villarriba y Villabajo y conocemos bien que hagan lo que hagan unos los otros lo van a criticar y viceversa. Aquí el asunto es más bien si el actual ayuntamiento tenía o no tenía margen de acción con la tala –fue un craso error hablar de apear, porque a estas alturas todos tenemos bastante pelado el culo con los eufemismos que intentan quitar hierro a un acto y suele ser, como ha sido el caso, más perjudicial usarlos que no usarlos– y, de tenerlo, hasta qué punto lo tenía, puesto que sí que parece que, así desde fuera, el estado de los árboles no era el más adecuado e incluso era bastante malo. Lo que pasa es que la poca fe que se tiene ya en la política es que afecta a los informes técnicos y ya no te crees un informe técnico si viene de una alcaldía con tal en el poder, como sí te crees ese mismo informe técnico si viene de una alcaldía con el signo contrario. Se ha llegado por desgracia a ese punto, al punto en el que la realidad de las situaciones ofrece credibilidad para unos pero no para otros y que la profesionalidad de los expertos es creída a pies juntillas o puesta en duda. Circunstancia triste a la que, por cierto, también colaboramos los medios con nuestras maneras de enfocar las cosas según quién las haga. No sé, el caso es que habrá que ver cómo queda Beloso después de todo el trabajo, pero confiemos en que no solo sirva para lo que se ha planeado sino que quede mejor que como estaba a todos los niveles. De eso se tratan los cambios, ¿no?