La campaña electoral para las elecciones del 9-J entona esta noche el mítico ¡y esto es todo amigos! de los viejos dibujos animados. Eso sí, a falta de las imágenes que los rezos del rosario avalados por los jueces este sábado, la teórica jornada de reflexión, en la sede del PSOE en Ferraz contra Sánchez añadan un nuevo episodio de dibus con otro divertido final. Todo ha sido burdo en esta campaña electoral. Pero ha destacado por encima de todo la permanente sombra del poder judicial buscando cualquier subterfugio leguleyo para intentar incidir con una excusa u otra en el debate público. Y el aburrimiento que arrastra ya el fango y el barro de la crispación política y mediática en Madrid. En todo caso, la política no se ha centrado apenas en el proyecto europeo. Ha sido en buena medida una campaña electoral sobre Europa sin Europa. Más aún en territorios como Navarra donde estos 15 días parece que han pasado de largo o de espaldas. En el contexto de lejanía y poco interés con el que los ciudadanos reciben siempre estos comicios y el inaguantable escenario que han acabado imponiendo los grandes partidos estatales, es aún más de admirar el esfuerzo de los candidatos y candidatas navarras que encabezan o formar parte de las listas electorales por intentar situar el debate sobre el futuro de la UE en sintonía con las demandas, potencialidades y necesidades mutuas entre Navarra y Europa. La sociedad navarra es claramente europeísta, según las encuestas. Mayor aún entre las formaciones progresistas, tanto de izquierdas como nacionalistas y vasquistas, que en las derechas. Apoya y comparte muy mayoritariamente el proyecto europeo y los valores fundacionales de democracia, derechos humanos, prosperidad y justicia social. En el Estado, ni los problemas que afronta la UE ni los peligrosos riesgos que ensombrecen su futuro han estado presentes. Las urnas de este 9-J dirimen cuestiones muy diferentes a las de 2019. La creciente debilidad económica de la UE, la guerra de Ucrania y los discursos belicistas y de aumento del gasto militar, el avance de la ultraderecha, el sometimiento cada vez mayor de sus instituciones a los intereses geopolíticos y comerciales de EEUU, la transición energética, la sanidad, la educación y la atención de los mayores y el envejecimiento de la población, la falta de materias primas y la dependencia que ello supone de terceros poderes, etcétera forman una abanico de incertidumbres que amenazan las herramientas construidas para garantizar y mantener los niveles europeos de calidad de vida, bienestar social y convivencia democrática. Pero el debate en España se ha reducido a la táctica del PP de vender el resultado electoral como un plebiscito entre Feijóo y Sánchez primero, en anunciar la disposición de Feijóo a impulsar una moción de censura contra Sánchez, que necesita de Junts, después y al final en azuzar a la desesperada, de la mano de otro juez ahora estrella que acabará también estrellado, el ataque personal contra Sánchez utilizando a su esposa Begoña Gómez por una supuesta corrupción. Sánchez se ha limitado a utilizar a cada uno de esos envites, o tropiezos, de Feijóo en su favor en el devenir de la campaña. No sé cual será el resultado, pero quizá Feijóo la haya pifiado otra vez cuando partía con ventaja. De Europa, poco sobre lo importante que hay en juego.
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