Visto desde aquí, resulta insoportable la política en Madrid. La falta del mínimo decoro políticos e institucional es diaria. Todo se banaliza y el debate público se rellena con idioteces. Quizá sea ese el problema, que los más idiotas dirigen la agenda política y controlan a los medios allí. La nueva visita de Milei a Madrid invitado por Ayuso es el último ejemplo de ese ridículo escenario que mezcla los más trivial e inútil con la provocación y la confrontación. Es posible que arroje resultados, pero al mismo tiempo aleja a cada vez más ciudadanos de la vida pública. Las ideas son necesarias, pero ya no son suficientes. En este tiempo extraño que avanza hacia otro cambio social histórico en el mundo es fundamental acudir también a las emociones y a las soluciones como respuesta a los peligrosos discursos políticos que golpean constantemente a los valores y principios democráticos. Ayuso utiliza a Milei para azuzar la bronca, acaparar protagonismo, evitar dar explicaciones de su gestión y también, de paso, ir desplazando a Feijóo. Un Milei cada vez más aislado en el mundo. Le tuvieron que borrar del vídeo final del G-7, encuentro al que le había invitado la fascista Meloni –a la que dedica elogios el decadente caradura de Felipe González–, para evitar un deterioro mayor de la imagen de este grupo de viejas poderosas potencias venidas a menos. Biden tampoco le recibe porque no oculta su idolatría infantiloide hacia Trump. En Alemania, clausuran cualquier recibimiento oficial. Mantiene abierta una crisis diplomática con el Estado español tras sus insultos al presidente Sánchez y, aunque solicitó un encuentro con Felipe VI, la Casa Real no incluye esa foto en la agenda del Rey. Y mientras tanto aplica la motosierra destructiva del neoliberalismo más depredador en una Argentina que en los seis meses de su Gobierno ha ido a peo, más pobreza y ahora también hambre. Pero para Ayuso es un personaje digno de entregarle un premio, es cierto que bananero de tercera fila, e invitarle a una cena que denominan falazmente De la libertad. Otro ejemplo de la apropiación manipulada del lenguaje y de las palabras. Esa es el montaje de la política en Madrid para este fin de semana. Tiene que ser muy duro convivir cada día con esta distorsión de la verdad y de la realidad. Una brecha entre realidad institucional y política y realidad social que está lastrando hacia atrás a la democracia. Quizá la política en Navarra resulte más aburrida, menos estridente casi siempre que cualquier debate en el Congreso, el Senado o a la Asamblea de Madrid, pero, incluidos en la balanza errores, desaciertos, meteduras de pata o decisiones difícilmente entendibles para la sociedad, es, sin duda, mucho mejor para los intereses generales de los navarros y navarras y mucho más efectiva a la hora de tratar de afrontar sus problemas y de adoptar soluciones para sus demandas y necesidades. Mejor aburrirse algo emocionalmente que esa acción política y mediática que destila cada día odios viejos que anidan y se desarrollan en las profundidades más oscuras de los seres humanos. El foco político se centra, es verdad, en Madrid, pero el camino propio es el que interesa recorrer a Navarra. Ya hay nuevos pasos en la política foral y más fácil y cómodo darlos alejados de ese barullo, con un incesante tufo golpista, tan absurdo como cruel .