Hola personas, ¿Qué tal todo?, ¿bien?, me alegro.Esta semana tenemos paseo de doble vertiente: por un lado diré que fue un paseo entre cuatro paredes, las cuatro paredes, rematadas por un rico artesonado que aún conserva muchas y buenas pinturas, de la sala de exposiciones del palacio del Condestable, y por otra parte diré que vamos a pasear por los carteles anunciadores de las Ferias y Fiestas de San Fermín en los que se hace referencia, más o menos directa, a la música, y que se encuentran expuestos en una interesantísima muestra que ha comisariado Pedro Lozano Uriz, quien nos guio en una visita organizada por el Ateneo Navarro. La cita era a las 11,30 del sábado pasado y allí estábamos puntuales un grupete de pamplonautas de esos a los que nos gusta conocer todo lo que atañe a nuestra querida Pamplona, sea la cuestión del tamaño que sea, lo mismo nos interesa la erección de la catedral gótica o la demolición de las murallas para abrir el ensanche, que las crispetas de Eliseo o el regaliz de Ataun, todo hace ciudad.

Lozano empezó por explicarnos los muchos factores que concurren a lo largo de los años en los carteles de las fiestas. Es obvio decir que los dos grandes componentes de un cartel son la imagen por un lado y el texto por el otro. En cuanto a la primera son diferentes las maneras de reflejar la fiesta, unos años se ven elementos inconfundiblemente sanfermineros, como son encierros, peñas, comparsa, santo etc. y otros nos muestran temas más ambiguos, como señoras de mantón y peineta, una pareja de esbeltos y atléticos modelos recortados sobre la noche de la ciudad o alegorías varias con pequeñas referencias locales. A finales del XIX, principios del XX, también se hizo referencia en algún cartel a los avances técnicos que llegaban a la ciudad, como fue el celebrado túnel de iluminación eléctrica que se instaló en el paseo de Valencia, hoy de Sarasate, o la llegada a la ciudad de los coches, figurando en el cartel de 1907 un automóvil, dicen que propiedad de D. Álvaro Galbete, iluminando con sus faros el paso del encierro. Los artistas que se encargaban de la creación que iba a anunciar las fiestas fueron muchos, Alcaraz, Bartolozzi (bisabuelo del comisario de la muestra), Tejedor, León, Zubiri, Lizarraga, Basiano y sobre todo Ciga, todos ellos primeros pinceles de la época. Más adelante empiezan a entrar en su diseño las tendencias artísticas de los tiempos con estilos muy marcados como el Art Decó y empiezan a ganar en color y libertad de actuación. Muchos carteles levantaban la indignación del personal, tan dado, por otra parte, a indignarse, y así, por ejemplo, el primer cartel que se ilustra con un dantzari del Ayuntamiento en el año 1950, obra de Lozano de Sotés (abuelo de nuestro guía), causó gran revuelo, no se entendía que algo con apenas dos años de tradición anunciase algo tan importante como los Sanfermines. Así mismo las firmas que se encargaban de los carteles de después del 36 eran las de primera línea, Lozano de Sotés, Crispín, Muñoz Sola, Pedro Martín Balda, el bilbaíno García Campos, etc.

En cuanto al texto los había muy escuetos y los había con gran cantidad de información. Dos eran los temas que año tras año, y hasta bien entrado el siglo XX, aparecían en todos los carteles, las Funciones Religiosas y las corridas de toros. A medida que avanza el siglo la cartelería tiende a ser más silenciosa y solo nos dice la ciudad, las fiestas con su fecha y el anuncio de la celebración de corridas y encierros. En la actualidad solo se lee ciudad, fiestas y fechas en los dos idiomas oficiales.

Todo esto podríamos decir de los carteles a grandes rasgos, pero si entramos en el tema que nos ocupa veremos, tal como nos explicó nuestro cicerone, que los carteles con respecto a la música se dividen en dos grandes grupos: los que hacen referencia a la música clásica y los que hacen referencia a la música popular. En cuanto a los primeros hay un elemento fijo en los carteles inmediatamente anteriores a 1908 y este era D. Pablo Sarasate y Navascués. La mayoría de las veces simplemente mentado en el cartel, otras con su retrato en lugar más o menos destacado como en los de 1901,1906 o 1908. Así mismo se anunciaban las actuaciones de la orquesta Santa Cecilia o del Orfeón. Sin embargo, Pedro Lozano nos hizo ver que, inexplicablemente, nunca ha sido representada en los carteles nuestra querida banda La Pamplonesa.

Esto en lo referente al texto, en cuanto a la imagen, la música culta fue representada con una suerte de alegorías. Así, por ejemplo, en 1914 vemos una señora vestida con el escudo de la ciudad tañendo un arpa; en 1916 encontramos una lira en manos de una dama laureada que encarna la música; una serie de instrumentos, entre los que se distinguen un violín, un clarinete y un triángulo, crean un bodegón completado por un pentagrama con sus correspondientes blancas y negras, fusas y semifusas y forma parte del cartel de 1891, y una señorita elegantemente ataviada de la época, que sujeta en sus manos violín y arco, anunciaba las fiestas de 1906.

Mucho más numerosas y claras son las imágenes que nos muestran la música popular. Para ella no se emplean alegorías, ni sutilezas, al pan pan y al vino… como locos. La primera referencia a la música popular la vemos en el cartel de 1900 en el que un gaitero y un tamborilero animan el festejo taurino, el cartel de tres años más tarde nos muestra un guitarrista arrancando do re mis a su instrumento con la partitura de una jota a su lado. Cinco años más tarde otro guitarrista repite protagonismo. No es cuestión de enumerar aquí todos y cada uno de los txistularis y tamborileros que de forma recurrente van apareciendo a lo largo de los años, pero si es digno de mención el viejo txistulari que nos muestra Tejedor en el cartel de 1921.

Los años pasan y van apareciendo, con mayor o menor protagonismo, todo tipo de referencias a la música popular. Famoso es el caso del cartel de 1945 firmado por Crispín en el que se ve a un jotero en actitud de cantar una jota abrazado a Manolete, pero el personal, que es muy tocapelotas, enseguida se fijó en que el pie del torero estaba sobre el del jotero y alegaron que nuestro canoro paisano no estaba cantando sino chillando de dolor ante el pisotón del Califa cordobés. Tamboriles y atabales, gaitas y txistus, con y sin músico, timbaleros y algún instrumento más acaban de completar el catálogo que los carteles de San Fermín nos muestran sobre música popular. Incluso en el de 2018 aparece un guitarrista.

Hasta aquí llegó la visita y valió la pena. Y mucho.

Besos pa tos

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