El encuentro entre la presidenta María Chivite y el lehendakari Imanol Pradales ahonda en el camino de la colaboración, la sintonía, la ayuda mutua y, en definitiva, el beneficio colectivo para las ciudadanos y ciudadanas de ambas comunidades. Una senda que se reactivó en 2016, tras la llegada de Uxue Barkos a la presidencia del Gobierno de Navarra, con la firma del Protocolo de Colaboración, que se amplió ya con Chivite en el Ejecutivo en 2021 y que ahora renueva los objetivos y ambiciones de la normalidad institucional. Ya no es una anormalidad un encuentro a este nivel entre los líderes institucionales de Navarra y la CAV. Los tiempos de la artificiosa separación mediante la práctica de medidas de aislamiento y veto a cualquier tipo de relación entre la CAV y Navarra, que sólo perjudicaron a los ciudadanos y ciudadanas, son ya pasado lejano. Esa confrontación política e institucional fue un oasis en un espacio global de relaciones humanas, económicas, empresariales, sociales, tradicionales, culturales y lingüísticas que ha mantenido, al margen de las confrontaciones políticas, la misma normalidad social que ha tenido durante siglos. Más allá del conocimiento personal entre Chivite y Pradales y la buena sintonía que transmitieron, lo importante de la reunión es que la colaboración entre Navarra y la CAV no es una cuestión sólo identitaria o cultural, que también, es mucho más que eso: es un punto de encuentro de interés común en el ámbito empresarial, económico y cultural que debe garantizar, sin imposiciones ni inútiles debates, unas mejoras colectivas para el desarrollo social y humano de ambas comunidades. Que la defensa conjunta y cerrada de ambos dirigentes de los regímenes forales y de las capacidades del autogobierno recogidas en el Convenio Económico y en el Concierto Vasco –asumidos en la Constitución y avalados por la jurisdicción europea–, ante la nueva ofensiva centralista abierta por el sistema singular de financiación para Catalunya, es el mejor ejemplo de ese compromiso común en defensa del interés general. Como lo es también la exigencia al Estado de acelerar los informes técnicos que permitan a Navarra y la CAV definir la mejor conexión ferroviaria de altas prestaciones entre ambos territorios, o Ezkio o Vitoria-Gasteiz. O lo son igualmente las instituciones europeas en las que participan Navarra y la CAN, la Eurorregión con Nueva Aquitania y la Comunidad de los Pirineos. De ese amplio ámbito de colaboración, que va mucho más allá de ser simplemente dos comunidades limítrofes, todo resultado serán pasos positivos para los intereses generales de sus ciudadanos. Como ha sido habitual y normal a lo largo de la historia. Desde la honestidad y el respeto mutuo. Y de acuerdo con la voluntad popular, que en Navarra ha apoyado mayoritariamente en cada encuesta de las últimas cuatro décadas la necesidad de mejorar e impulsar la cooperación Navarra-CAV. Se trata de un acuerdo estratégico que va mucho más allá de lo meramente simbólico e incluso de lo institucional y cuyo desarrollo debe extenderse a similar nivel colaborativo a toda la ciudadanía que es, al fin y al cabo, la beneficiada. Lo contrario sería retroceder, perder oportunidades y reducir las posibilidades educativas, laborales y profesionales de las nuevas generaciones.
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