La larga resaca, la larga sensación de desamparo que muchos aficionados rojillos han sufrido desde que Jagoba se fue, terminó ayer con una de esas victorias que quedan grabadas para siempre en la historia del club centenario. Osasuna ya no es el ex equipo de Jagoba (quien, por cierto, está demostrando en Mallorca su calidad como míster), porque ya es el equipo de Vicente Moreno.
Un tipo al que la hinchada no se ha cansado de buscar todos los defectos por comparación con el de Berriatua, pero que ha logrado convertir El Sadar en un fortín (empate inicial y cuatro victorias seguidas) y que ha sido capaz de arrollar a un líder que venía tras haber contado sus siete partidos ligueros por victorias. Y no con el típico 1-0 del que acierta una de churro y luego se cuelga del larguero, sino con cuatro goles. Tenemos entrenador. Y, si el equipo se pone las pilas también fuera de casa, tenemos además una apasionante campaña por delante.