¿Mantengo el nombre de esta columna? Me avisa E de que en las empresas ya no se dice Recursos humanos, sino Personas y valores o Cultura y talento. Recursos resultaba excesivamente extractivo, como si las personas estuviéramos como el hierro, el magnesio o las tierras raras, tan exóticas, esperando ser extraídas para ser usadas. Estas palabras nuevas tienen otra música.

Suenan a que deciden si te cogen, cuándo te pagan, cómo te tratan o si te echan en un ambiente de reflexión filosófica y moral. O, por lo menos, comentando reportajes mainstream de los últimos suplementos dominicales.

Incluso, y con absoluta legitimidad lingüística, puede que llamen cultura a cómo te cogen, te echan o te pagan o a eso tan simpático del salario emocional, que es, más o menos, que estés contenta aunque tengas un sueldo de pena porque hay infusiones en el office.

A mí, por ejemplo, me parece culta la gente que sabe cosas del siglo XIII o del XVII. La que sabe cosas del XVII me parece la más culta con diferencia. Y la que más, la que sabe cosas del XVII que el resto ni sospechábamos que pudieran estudiarse. Me invento. Cerámica eslovena del XVII. Es muy fuerte que alguien diga que a través de esas piezas puede conocerse el XVII esloveno. Pero, si lo pienso, con las formas de nombrar las cosas pasa parecido.

Y qué decir del talento. Antes era la cualidad por la que alguien destacaba. Ahora todo es talento, ¿lo ven?, pero no significa que en cada persona se reconozca y se potencie lo mejor, qué va, porque si todo el mundo tiene talento y nos va como nos va es que no se da valor a la mayor parte del talento. Bueno, que igual no es así y son cosas mías.