Creo que era una de las míticas frases que popularizó el periodista José María García: “Toda generalización acarrea injusticias”. La sentencia viene al pelo de los frecuentes vilipendios que recibe la clase política. “Son todos iguales” repite un amigo cada noche que se le calientan las anginas y mete la batidora en el cubata para hacerles picadillo. ¿Son todos iguales: los de derechas y los de izquierdas, los nacionalistas y los fachas, los monárquicos y los republicanos..? Desde luego que no; como tampoco todos son comisionistas, defraudadores, tránsfugas, conspiradores, mentirosos… Como diría García y vale para algunos de ellos: “No vienen a servir: vienen a servirse”. Pero hay buena gente que entiende la política como el camino para mejorar la vida de los demás, enmendar las injusticias, abrir nuevos cauces de convivencia… Sin embargo, no es ese compromiso lo que percibe la sociedad a tenor de lo que recoge, por ejemplo, una encuesta difundida ayer por el Gobierno de Navarra que cifra solo en un 14% la confianza de los consultados en los partidos políticos y en un 17% la que dispensan al Congreso de los Diputados.

Dicho esto, no es menos cierto que los partidos y sus principales dirigentes y electos aportan comportamientos que contribuyen a profundizar en esa desconfianza, en que no hacen bien su trabajo. Así ha quedado de manifiesto con la aprobación para la reforma de penas que, entre otros, beneficia a presos de ETA con delitos de sangre. Una enmienda que registró el apoyo unánime de la Cámara baja, incluidos UPN, PP y Vox.

Cuando los medios de comunicación publicaron el alcance de lo que habían votado las derechas, que choca frontalmente con su ideología, quedó de manifiesto que sus señorías no habían leído el documento a fondo, que no hicieron bien su trabajo o que no aprobarían en un examen de comprensión lectora. La impresión que transmiten es que cobran 94.000 euros solo por apretar el botón que ordena el jefe de filas. Y después de quedar en el mayor de los ridículos, le echan la culpa a Pedro Sánchez porque quieren convencernos de que les han engañado. Pues si fuera así, dos veces incompetentes. Y ahora, los supuestamente burlados y sus medios afines quieren cargar el peso de la prueba en el PSOE en lugar de confesar su indolencia. “Chupópteros”, les llamaría García.