En todas las catástrofes sale a la superficie lo mejor y lo peor de los humanos. La que sufre ahora buena parte del Levante peninsular no es una excepción. Asistimos a una ola de solidaridad que pone la piel de gallina. Vemos a miles de personas desplazadas a la zona cero dispuestas a remangarse por ayudar en lo que sea. Hablamos de voluntarios que reparten comida, buscan medicinas para los más impedidos, agarran palas y escobas para pelear contra toneladas de lodo, etcétera, etcétera. Paralelamente, se van conociendo relatos de gente que se ha jugado el pellejo por salvar a otros incluso sin tener ningún vínculo de amistad. En definitiva, asistimos a situaciones en las que queda reforzada la condición del ser humano y, aunque solo sea por unos momentos, la magnitud de la tragedia se hace algo más llevadera.

Por desgracia, también existe el otro lado de la balanza. Como el pillaje. Ese saqueo inaceptable de quien se aprovecha de las circunstancias para incrementar el problema de quien tardará mucho tiempo en levantar la persiana de su arrasado negocio o en rehabilitar su vivienda.

En el lado chungo de la balanza también aparecen algunos políticos. Especialmente Feijóo, que no se ha cansado de hacer el ridículo. Lo hizo desde la misma mañana del miércoles. Cuando las consecuencias de la DANA ya se habían adueñado de los informativos, el presidente del PP creyó que lo conveniente era mantener su asedio al Gobierno de Sánchez en la sesión de control. Justo cuando el recuento de fallecidos empezaba a ser difícilmente soportable, desde la bancada del PP se seguía interpelando al Gobierno, que para entonces estaba centrado en implementar las primeras medidas de ayuda a una zona devastada.

No ha estado fino el mandamás del PP, que el jueves perseveraba en sus críticas a Sanchez mientras Mazón agradecía la rápida visita del presidente del Gobierno. Feijóo debería entender que la prioridad no es el reproche. Ahora toca arrimar el hombro. Y quien no vaya a aportar algo para paliar los daños, es mejor que se quede en casa antes que presentarse en Valencia solo para salir en la foto.