Dicen quienes han tenido la valentía de viajar a Valencia que lo más llama la atención es el olor. Olor a putrefacción, a cañerías reventadas, a barro, a subsuelos inundados, a vertedero, basura y muerte. El olor a la tragedia. Los expertos aseguran que el Barranco del Poyo, en Valencia, que apenas lleva agua habitualmente, llegó a quintuplicar el caudal medio del Ebro, registrando 2.230 m3/seg tras la gota fría. Su cauce descontrolado unido al de Turia y al de sus propios barrancos inundó varios municipios del área metropolitana de Valencia, la llamada zona cero de la DANA.

La hecatombe nos ha hecho pensar. Hasta un total de 155 municipios se vieron afectados por las lluvias e inundaciones de diciembre de 2021 cuando Navarra fue declarada zona catastrófica. No es casualidad que ayer mismo el Gobierno de Navarra anunciara que acelerará los trámites para impulsar el proyecto que evite inundaciones en la Nogalera de Burlada. El tiempo está loco y no hay que perder ni un segundo. Si algo hemos desde las últimas riadas es a protegernos. Esta semana supimos que un total de 48 localidades navarras cuentan con planes específicos para hacer frente a futuros episodios de lluvias torrenciales, inundaciones y desbordamientos de cauces de ríos.

Alertas y teléfonos móviles

Hace una década, apenas cuatro o cinco municipios de Navarra contaban con estos planes. El departamento de Medio Ambiente ha desarrollado también un sistema digital de alertas tempranas para anticipar las inundaciones y se han creado 28 estaciones de medición del caudal de los ríos en tiempo real. De momento, 22 localidades cuentan con apps de alerta para su población: SMS de avisos ante crecidas (Pamplona, por ejemplo, desde Protección Civil en caso de riesgos de inundaciones del río Arga a su paso por Pamplona). Enviar alertas de móvil es algo sencillo y práctico –todos estamos bajo antenas y cobertura– para saber cómo moverse cuando vienen bravas.

Porque, ya sabemos, derribar lo ya construido junto a algunos cauces resulta ya imposible. Que se lo digan sino a los vecinos de Rotxapea, Villava, Burlada y Huarte afectados por la crecida de los ríos Arga y Ultzama. El agua dañó 3.639 viviendas. En Villava anegó hasta el cementerio e inundó parte de la calle Mayor de Burlada. Llegó superar los 500 m3 por segundo en el río Arga a su paso por Iruña. Este dato es el más alto en caudal desde que hay registros (año 2000). Muchos vecinos de las calles Joaquín Beunza, Río Arga u Ochagavía estaban sobre aviso pero no esperaban una inundación de semejante envergadura. Porque cada vez son mayores.

Para hacernos una idea, la cantidad de agua que discurrió por el Barranco del Poyo (Valencia) hace ahora una semana se multiplicó por cinco. Prevención, tecnología y obras hidráulicas, todo hace falta pero, insisto, los avisos son muy importantes y la población debe estar concienciada. Para evitar daños materiales pero, sobre todo, para que no haya víctimas mortales. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) considera que cuando se superan los 60 litros de lluvia por metro cuadrado en menos de una hora –en Valencia, el triple– estamos ante episodios de lluvias torrenciales, el nivel más intenso de precipitaciones. Pues eso.