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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Cansancio

CansancioMOHAMMED SABER / EFE

Se acaba de celebrar otro Día de la Infancia y eso trata del futuro de la Humanidad y ni siquiera parece que a eso tan importante le dediquemos la atención mínima. De hecho, estamos asistiendo a una matanza continuada de niñas y niños palestinos inocentes que no sé si tiene parangón en la larga lista de atrocidades de humanos contra humanos en la Historia. Hay otros muchos ejemplos también de explotación de la infancia en las minas de África, en los telares de Asia, en las guerras étnicas o religiosas, en la trata sexual a lo largo y ancho del mundo por mafias poderosas... Y nada es capaz de detener todo ello.

Hemos asimilado que está ahí y nos vamos haciendo insensibles poco a poco a la realidad de hambre, enfermedades, miseria, exploración y violencia y guerras que sufren cienos de miles de personas. Coincidiendo con la conmemoración de los Derechos de la Infancia, la Corte Penal Internacional de la Haya ha rechazado por unanimidad los recursos presentados por Israel y ha dictado sendas órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y el anterior responsable de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra y contra la humanidad en Palestina. Es una victoria de la justicia democrática y garantista del Derecho Internacional, pero temo que sus consecuencias serán, al menos por ahora, ninguna. Ni siquiera es pesimismo.

Más bien, cansancio. Cansancio por ver como las crisis se alargan enlazando una con otra y las consecuencias humanas se endurecen conforme pasa el tiempo mientras la riqueza se concentra cada vez en menos manos. Cansancio de ver cómo caen gobiernos, cómo se sustituyen políticos elegidos en las urnas por tecnócratas designados a dedo para dirigir la política y la economía sin que la sociedad tenga influencia alguna. Cansancio de ver cómo se cumplen una tras otra las exigencias de los gurús del neoliberalismo de recortar los derechos sociales y laborales del Estado de Bienestar. Cansancio de ver cómo la economía especulativa rellena bolsillos privados con miles de millones de euros públicos de un día para otro. Cansancio de ver cómo se publican informaciones espeluznantes sobre como la corrupción y la ineptitud y la incompetencia en las noticias de cada día. Cansancio de ver cómo el despilfarro como método de gestión y de propaganda política se encubre ahora con estrategias partidistas, mediáticas y judiciales que buscan devaluar las democracias con una indisimulado golpismo que va ocupando estructuras de poder en todo el mundo.

Ya he escrito que pertenezco a una generación en la que el conocimiento y la cultura resultaban objetivos fundamentales en la formación del ser humano y de los valores de la ética humanista, la justicia, los derechos humanos, la convivencia y la solidaridad y cansancio también de ver cómo se eliminan esos valores. Esos pilares que aportaban conocimiento y saber –filosofía, biología, antropología, sociología, ciencias, matemáticas...–, poco a poco han sido desplazados hacia una modelo utilitarista e individualista de la educación que deja el control del saber en pocas manos. Hay muchas incógnitas abiertas, pero la realidad objetiva es que el mundo ya está jodido y apunta a estar más jodido por este camino en el que los papanatas y mentecatos intelectuales van tomando los mandos.