Hubo una intención antes del martes. Llenar esta última columna del año con algo especial, imágenes. Una lupa que convierte las vetas de madera de la mesa en desfiladeros lisérgicos para hormigas. Un corte de mineral cristalino que parece que contiene océano azul, espuma batida de olas y millares de gotas saladas en suspensión, y realmente lo contiene.

Pero tras la cena de Nochebuena la intención se desintegró entre sacudidas, escalofríos verticales y cuchillos pequeños que desde entonces atraviesan los músculos de mi espalda, glúteos, muslos. También hay unos martillos invisibles que percuten contra cada vértebra, cervical, dorsal, lumbar, varían las combinaciones y crean secuencias rítmicas secretas. Clavícula-Cráneo-Sacro. La gripe B se ha hecho fuerte en mi organismo y me ha traído un regalo inesperado.

Quedarme sola en casa todo el día mientras mis chicos se lanzan alegremente a los reencuentros navideños. Sola en casa. Todo el día. Sin tener que ser productiva, sin abrir el portátil, ni limpiar, ni tender, porque esta gripe tiene power, no me deja ni leer. Sólo mirar y ver. El miércoles busqué La sustancia, reflexión, sátira, estética, terror, un poco de gore. Aún no está disponible en Filmin, así que en esta vida recuperada temporalmente de treintañera con tiempo, sin pareja ni hijo, me lancé a El diario de Bridget Jones, con sus dos secuelas.

Ninguna superará a la primera y ya las había visto y con la óptica 2024 sobre relaciones hombre-mujer hay cosas que no, pero es maravillosa comedia británica y algunas escenas me sacaron del mar de mocos y me hicieron reír. Mucho. El jueves vi Mamífera, de Liliana Torres, ser madre o no y por qué, y Volveréis, de Jonás Trueba, pareja que organiza fiesta para celebrar que se separa, pero no, pero sí. Y he pensado que esto hay que hacerlo más. Dejar de producir, de generar, regalarnos tiempo, abandonarnos a la desidia espléndida del sofá sin que nos obligue una gripe. Propósito 2025. Hola, intención, creo que al final he podido llenar de imágenes la columna.