No es una cuestión menor que la derecha renuncie a participar en los actos conmemorativos del 50 aniversario de la muerte de Franco. A nadie se le escapa que entre los votantes de PP y Vox –también de UPN– abundan quienes se beneficiaron directamente de las prácticas corruptas del dictador o pertenecen a familias que mejoraron sus patrimonios gracias a un régimen que fue tan generoso en las prebendas con sus acólitos como castigador con los opositores, muchos de los cuales fueron condenados a la pobreza porque sus progenitores fueron fusilados, porque sufrieron expropiaciones ilegales, el robo de sus pertenencias, etc.
Medio siglo después del final de aquel horror, el debate incomoda al PP, que incluso ha endurecido su históricamente radicalizado discurso desde que tiene en Vox un competidor electoral. La posición de los de Feijóo pasa ahora por la burla o la hipérbole. Lo más suave que hemos escuchado estos días en sus valoraciones sobre la iniciativa del Gobierno de España para celebrar la llegada de la democracia es que se trata de una cortina de humo con la que desviar la atención sobre los problemas que realmente preocupan a la ciudadanía. Pero no todas las críticas se detienen ahí. La presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso ha llegado a acusar a Sánchez de querer llevar “la violencia a las calles” y la diputada Cayetana Álvarez de Toledo –a la que Feijóo ha recuperado para la causa después de que Pablo Casado le cortara las alas– promueve ahora un manifiesto donde habla de “guerracivilismo”.
Más allá de la estrategia coyuntural del PP, la hemeroteca revela que a la derecha le ha costado confrontar con el franquismo. Hasta haber sido arrastrado a la condena del golpe militar en sendas mociones debatidas en el Congreso en 2002 y 2021, lo cierto es que en 1999 rechazó condenar este mismo golpe, en 2007 votó en contra de la ley de memoria histórica, en 2018 se abstuvo en la exhumación de Franco del Valle de los Caídos y en 2022 volvió a rechazar la ley de memoria democrática. Son pronunciamientos adoptados bajo los mandatos de Aznar, Rajoy, Casado y Feijóo que ponen de manifiesto la cercanía con los franquistas de ayer y de hoy de un partido que a diario tiene el cuajo de dar lecciones de democracia y que hacen siquiera más perentoria la necesidad de recordar el medio siglo que llevamos sin el yugo de aquel sinvergüenza.