La cara B. Esa cara que siempre se quiere ocultar; ese lado oscuro que se asoma en muchos ámbitos de la vida. También en el fútbol, sobre todo cuando hablamos de igualdad. La cara B del fútbol es la que ahora se está juzgando en el proceso contra el ya expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, por el beso no consentido que dio a la jugadora Jennifer Hermoso tras quedar campeonas del mundo.

Un beso que es más que un beso, igual que lo que está en juicio es mucho más que ese gesto. Es sacar a la luz una manera de actuar de algunos hombres con poder que se creen impunes y abusan de las mujeres y las tratan sin respeto y nunca de igual a igual. Y cuando ya han actuado, recurren a la presión sobre la víctima, a culpabilizarla y tratar de aislarla en su denuncia. Jennifer Hermoso abrió el juicio de uno de los casos más mediáticos, el proceso contra Luis Rubiales, acusado de los delitos contra la libertad sexual y coacciones. No está solo, junto a él se sientan otros exdirigentes de la RFEF: el director deportivo de la selección masculina, Albert Luque; el exentrenador de la selección femenina, Jorge Vilda y el exresponsable de marketing Rubén Rivera, todos imputados por presionar a la jugadora para que cambiara su versión. Suelen actuar juntos.

Las víctimas están solas. El testimonio rotundo de Jennifer Hermoso sobre lo que ella vivió en el momento de recibir un beso no consentido de su “jefe” y lo que vino después, con los intentos de silenciarla, los chantajes y advertencias sobre su carrera, dan la vuelta a esa cara B del fútbol, que existe aunque muchos, sobre todo ellos, traten de ocultarla.