Una sospecha: si el Madrid se hubiera olvidado del arbitraje, habría ganado en El Sadar por 0-3 o 1-4, a la vista del baño que le dio a Osasuna en la primera media hora, gol incluido de Mbappé.

Pero se enredó en protestar cada decisión y lo hizo además con tanta vehemencia que le costó una expulsión –¿qué más da que Bellingham dijera “Fuck you”, “Fuck off” o “My love”, si el pecado fue la desconsideración con Munuera Montero? (¿Y de verdad no sabía que los árbitros le están vigilando, después que quedara sin castigo su “Fuck you” del derbi madrileño?)–. Una expulsión que cambió el partido y dio a Osasuna una ocasión que supo aprovechar.

Quejarse de los arbitrajes es humano y a veces hasta se hace con razón. Pero si lo llevas tan lejos que te desquicia, algo haces mal. Y basta con asomarse a los medios madridistas para comprobar que siguen erre que erre, dándose una y otra vez golpes en la cabeza con su propio boomerang.