EL Gobierno de Pedro Sánchez ha formulado la posibilidad de liberar de un porcentaje significativo de su deuda a las autonomías que dependen del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). El FLA es una línea de crédito del Gobierno al que acuden las autonomías de régimen común para financiarse por encima de sus propias capacidades. No es su único mecanismo de financiación pero sí el más recurrente en tanto cualquier alternativa en los mercados de crédito privado resulta, a priori, más costosa. El anuncio de condonación de hasta una cuarta parte de la deuda autonómica por esa vía no afecta a la Comunidad Autónoma del País Vasco ni a la Foral de Navarra, en tanto su mecanismo de financiación es independiente para bien y para mal: carecen del colchón de las cuentas del Estado para afrontar sus necesidades.

El cruce de reproches desde diferentes lados del espectro político en el Estado es de todos los colores. El de la derecha española de favorecer a los soberanistas catalanes se funda en el acuerdo original de PSOE y ERC, pero se ha querido desactivar con la extensión de la fórmula al resto de autonomías. La acusación de favorecer a quien menos rigor presupuestario aplica en su gestión, que lanzó la patronal CEOE, es más peliaguda. Es cierto que la deuda no desaparece por el hecho de que se condone, solo se transfiere a otros capítulo de los balances públicos.

La pérdida de ese futuro ingreso es la del principal y los intereses en las cuentas generales del Estado. Pero, igualmente, el hecho de que la descentralización convierta a los gobiernos autonómicos en agentes gestores del bienestar común no hace sino decantar hacia su responsabilidad la mayoría de los servicios públicos. El sobre esfuerzo obligado por situaciones como la pandemia y la guerra en Ucrania es de las autonomías por reparto de competencias.

Las alternativas a ese esfuerzo adicional se miden también en carencia de servicios públicos en las autonomías donde se ha renunciado a mantener estándares previos de bienestar y eso también es medible. Mención aparte merece la vigilancia que, desde los regímenes forales, debe mantenerse a la financiación futura del hueco que deja esa deuda. Porque la deuda del Estado sí se paga con aportación de la CAPV y Navarra y no sería de recibo asumir el esfuerzo futuro y no el beneficio.