Cuando se han cumplido cuatro meses de la DANA que arrasó buena parte de la Comunitat Valenciana, las evidencias sobre la nefasta y negligente gestión realizada aumentan, la cacareada recuperación no avanza al ritmo necesario y las víctimas se sienten abandonadas y maltratadas a la espera de la siempre excesivamente lenta justicia. En medio de este escenario, la imagen del president de la Generalitat, Carlos Mazón, como máximo responsable del desastre se ha deteriorado hasta límites insostenibles en todos los frentes.
A día de hoy, Mazón es un hombre acorralado por su propia ineptitud bajo el implacable peso de 227 fallecidos y por sus mentiras, manipulaciones y falta de transparencia. Asimismo, es ya un cadáver político, aislado y abandonado por todos incluso dentro de su propio partido (el PP), cada vez más incómodo y que no le obliga a caer por puro interés partidista, mientras cunde la impresión de que se está aferrando a su cargo exclusivamente para mantener el blindaje que le permite su condición de aforado. Finalmente, desde el punto de vista judicial se encuentra cada vez más cercado y la investigación apunta también a su responsabilidad.
El sumario que instruye la titular del Juzgado de Catarroja que investiga la causa abierta sobre las consecuencias de la DANA resulta sumamente esclarecedor al establecer que la mayoría de las víctimas murieron antes de que se enviase la alerta a la población vía mensaje de móvil a las 20.11 horas del fatídico día, cuando ya era muy tarde. Un aviso que, además de “notablemente” tardío, era “errado en su contenido”. “En definitiva, los daños materiales no se podían evitar, las muertes, sí”, concluye la jueza, que determina también que la protección civil es “competencia exclusiva de la Generalitat”, como establece su Estatuto de Autonomía.
De ahí que, ante la abundancia de evidencias en su contra, en las últimas semanas, Carlos Mazón haya tratado de eludir cualquier responsabilidad en la toma de decisiones del Cecopi –y por tanto, en la tardanza en enviar el aviso y en su contenido–, incluso contradiciéndose a sí mismo. Una estrategia de defensa tan débil e insostenible como su situación al frente de la Generalitat. Ha llegado la hora de que Alberto Núñez Feijóo muestre su liderazgo en el PP, pero sobre todo su respeto a las víctimas y a la verdad, y actúe en consecuencia.