Ayer recordaba con mis compañeros de redacción la serie de personajes que hicimos a raíz del confinamiento del que se cumplen cinco años y lo mucho que aprendimos de aquel desafío social. Cómo olvidar a todos aquellos voluntarios y voluntarias que salieron a la calle para dar lo mejor de sí mismos. Cómo nos protegimos –y nos organizamos– como sociedad y como familia, cómo supimos ayudarnos para darle la vuelta a una crisis sanitaria que se cebó con los más vulnerables.
Cómo supimos luchar contra la soledad de muchas personas. Ese homenaje diario que desde los balcones recordaba especialmente a los sanitarios y a los profesionales de la salud pública a los que aplaudimos a diario pero también ese esfuerzo de todas las asociaciones vecinales en los diferentes barrios, las comunidades de vecinos que pusieron su granito de arena para llevar alimentos o medicamentos a los más mayores o dependientes o el rearme del comercio local que colocaba vitrinas de vinilo detrás del mostrador. Ese espíritu comunitario que nos obligó a mirar más allá de nuestro ombligo, a poner música para entretener a los más pequeños en la llamada ‘Movida de Ripa’...
Se cumplen cinco años desde que se decretó el estado de alarma y es el momento de saber si esas redes sociales –que no hablo de X– se han mantenido. Si estamos más fuertes y unidos como sociedad. O si no hemos aprendido nada y seguimos en nuestro pequeño mundo. Cada una, cada uno, tendrá que mirar a su entorno y saber si hay gente que sigue aislada, que necesita que le eches una mano o le escuches más.