El mundo del atletismo está regido por auténticos dementes que no aman su deporte y que se pliegan a los deseos de las cadenas de televisión que tienen los derechos de los Juegos Olímpicos. Si ya en París 2024 no hubo carrera de 50 kilómetros marcha -en el programa desde 1932 hasta 2021- y se sustituyó por un relevo mixto, en 2028 no habrá tampoco relevo mixto y los 20 kilómetros -en el programa desde 1956- pasarán a ser, vaya usted a saber por qué idiota idea, los 21.097 metros, el medio maratón.

Nulo respeto a la tradición de la marcha atlética, a millones de practicantes que a lo largo de la historia han hecho de la prueba una de las más apasionantes del calendario olímpico, con sus defectos y carencias.

El problema es que el espectador de hoy en día es un gañán que quiere motivaciones cada 15 segundos, lucecicas, mucho show y no tiene aguante para esperar a ver el desenlace de pruebas de fondo que duran 80 minutos o, como era el caso de los 50, 3 horas y 40, algunos de ellos auténticas batallas épicas contra la agonía y el dolor.

Son años arrinconando a la marcha -de la misma manera que arrinconan a los lanzamientos, siempre a la cola en las decisiones de los realizadores de las retransmisiones, y algo menos pero también pero a los saltos-, primero sacándola de los estadios en salidas y llegadas y luego poco a poco laminando su imagen y su importancia en el programa, tanto en Juegos como en Mundiales.

Ya digo: el horror será ver que en apenas 3 años ya no habrá campeón ni campeona olímpicos de 20, sino de media maratón. No habrá registros a los que atenerse, ni recórds del mundo ya que batir, ni historia, ni tradición, ni nada. Todo borrado de un plumazo o dos por 15 burócratas presionados por los medios televisivos. Cualquier día te convierten los 10.000 en un cuarto de maratón o se cargan directamente el maratón, que es muy largo. Locura.