El acuerdo entre la empresa de bicicletas eléctricas y el Ayuntamiento de Pamplona es un buen acuerdo para la ciudadanía de Pamplona y esperemos que a no mucho tardar también para los habitantes de localidades limítrofes como Burlada, Ansoain, Barañáin, Berriozar, Mutilva, Egüés, etc. Más allá de las cifras económicas, que suponen un desembolso de casi un millón de euros para Pamplona -se supone que están bien trabajadas y dimensionadas-, el objetivo de dar servicio a cerca de 80.000 usuarios y en la medida de lo posible ampliar el uso de este medio de transporte bien lo vale. Ya digo: siempre y cuando el gasto sea adecuado al objetivo buscado y al rendimiento obtenido.

Al final, quien opta por utilizar una bici eléctrica de alquiler está eligiendo entre eso o ir en su propia bici no eléctrica, su bici eléctrica particularpatineteandandoVillavesa o, aquí está el beneficio, su coche particular. Si cada día evitas miles de desplazamientos en coche evitas también todas las emisiones de CO2 que estos conllevan. Navarra aumentó casi un 20% sus emisiones de CO2 entre 1990 y 2019 y en todo este tiempo el parque de coches y motos ha subido de una manera impresionante, por lo que toda aquella política de movilidad sostenible que, con cabeza y números pero decidida, pueda servir para incentivar transportes más limpios que ocupen menos espacio público y supongan menor peligro, ruido y estrés, mucho mejor.

El coche va a seguir siendo necesario para muchos y muchas y en determinados recorridos, pero invertir en alternativas para que cada vez sea menos útil utilizarlo en tu propia ciudad siempre va a redundar claramente en beneficio de la propia Pamplona y de quienes vivimos en ella. Esperemos entonces que este entendimiento dé paso a la extensión del servicio y, por qué no, a una bajada de precios que pueda ayudar a todos los bolsillos.