Franciscose nos ha ido, pero no nos ha dejado. Para mí, humildemente, como persona creyente que cree que cree, muy sencillo cristiano con infinidad de contradicciones, comprometido, creo, con el espíritu del evangelio tengo que reconocer que Francisco hizo todo lo bien que pudo: justicia, compromiso y Frateli Tutti. Creo coincidir con Francisco y el Dios de Luther King, Oscar Romero, Casáldiga, Ellacuría, Setién y Uriarte, Leonardo Boff, Ernesto Cardenal, y con, Dios mío, Aitzol, Martín Lekuona y otros sacerdotes vascos fusilados por los golpistas del 36. Creo que creo en el Dios de Jesús que hermana fe y justicia, evangelio y liberación, religión y emancipación. Creo que creo en ese Dios de Jesús de Nazaret. Coincido con Francisco en creer en el Jesús crucificado por escandalizar lo establecido y lo políticamente correcto y enfrentarse a sus compatriotas, judíos colaboracionistas. Creo que creo, como Francisco, en un Jesús enfrentado a los suyos apostando por un mundo mejor y por la igualdad de la mujer. Creo que creo como Francisco en un Dios Jesús que proclama la solidaridad, justicia, libertad, igualdad, fraternidad, optimismo y vida plena. Y la alegría de poder vivir con los seres queridos. Creo que creo, como Francisco en un Dios Jesús que se decantó por los oprimidos, vulnerables, despreciados y marginados. Creo que creo como Francisco en un Jesús bueno, rebelde, inconformista, justo, vital, alegre, que habló de libertad, de alegría, compromiso y futuros compartidos. Un Jesús que iguala a todos, hombres y mujeres, padres y madres, amigos y amigas, hermanos y hermanas. Ciertamente y desde un principio Francisco ha tenido que pelear contra una fuerza que está instaurada en el mismo Vaticano y en muchas Conferencias Episcopales. Francisco lo intentó, peleó y se enfrentó, por todo ello le doy gracias y lamento su muerte, lo siento en mi corazón. En un mundo lleno de ruido eligió escuchar, en tiempos de vanidad se revistió de humildad, en tiempos de muros construyó puentes. Fue la voz de los que no la tenían, el abrazo de los olvidados, la mirada de los marginados y los excluidos. Gaza, Ucrania y otros, el cambio climáticoy la Teología de la Liberación estaban en su agenda. Francisco se nos fue un día después de Pascua y de discutir conVance, significativo misterio y señal. Que sea recibido con ternura. Que nosotros, aquí en la tierra, sepamos continuar su legado: amar y cuidar sin distinción, sonreír aún con el corazón cansado, tender la mano y vivir con esperanza. Francisco hizo algo poco frecuente, usó su poder contra la desigualdad, el genocidio, la opresión y rechazó la política migratoria de los abundantes Trumps de hoy: no al menosprecio hacia los más débiles, marginados y emigrantes, todos somos hijos de Dios. Ve en paz, Francisco. Y dijo en su testamento “cuando fallezca, no me enterrarán en San Pedro, sino en Santa Maria la Mayor: el Vaticano es la casa de mi último servicio, no la de la eternidad. Nada de catafalcos, ninguna ceremonia para el cierre del ataúd, dignidad como todo cristiano”. Francisco, no nos dejes desamparados, corren muy malos tiempos en el mundo, te necesitamos a ti y a quien te siga en tu quehacer hercúleo. Has sido el stop al autoritarismo y sectarismo rampante que nos sobrevuela. Con todas mis contradicciones te lloro Francisco. Que la tierra te sea leve. En lengua vasca “gracias” se dice “eskerrik asko”, pues eso.