No fueron visionarios sino observadores cualificados. El histórico socialista Julián Balduz señaló en abril de 1999 el “déficit democrático” de las listas electorales cerradas y que los partidos políticos se habían convertido en “oficinas de colocación”. El histórico regionalista Rafaél Gurrea denunció en noviembre de 2005 que en UPN “nunca se ha utilizado el dedo como se ha utilizado en los últimos años”, con un sistema de selección de cargos “demasiado personalista”, y aconsejó “evitar el dedo del presidente”. Ambos políticos tuvieron largo recorrido institucional. Gurrea, también en la gestión interna de UPN. Sabían de lo que hablaban hace dos décadas largas y sus análisis mantienen plena vigencia. El caudillismo de los dirigentes y sus cuadros fieles controla nombramientos y actitudes.

Promociona a los disciplinados y regala colocaciones. Si no hubiera tantas empresas eléctricas y tantos consejos de administración con participación pública, ¿qué sería de ministros o consejeros salientes? El caso Koldo/Ábalos refleja el ruin comportamiento de un ministro y alto dirigente socialista y la capacidad de su lacayo para designar candidatos en planchas electorales navarras. Estrépito nacional y silencio socialista local. De complicidad, que no de ignorancia. Hasta del locuaz acreditado. Que la tormenta lejana no provoque chaparrones de cercanía. La navarra Belarra, secretaria general de Podemos –en esta fase no ya de asaltar los cielos sino de recuperar escaños–, emplaza al PSOE “a hacerse cargo del dinero público que haya podido malgastar esta trama de corrupción”. La idea es buena, sobre todo si la petición se hiciera extensiva a despilfarros cometidos en acciones de gobierno local, autonómico y estatal. Auditorías severas de gasto, con factura a los partidos gestores de la mala gobernanza. La costosa pasarela del Labrit es un buen ejemplo. UPN podría asumir el sobrecoste hasta la conclusión de las demandas legales. A cuenta.