Tuve la suerte de charlar con él y con Lucía en un programa que grabamos hace diez años. Aunque llegó muy cansado aceptó que lo cansáramos un poco más. Hablamos también del valle profundo que se veía desde aquel caserío, de lo bien que se vive aquí y de lo poco que hace falta para vivir bien. Se reía con los ojos, a veces como un niño. Me pareció que este hombre era igual en todos los momentos y en todas partes.

No soy muy mitómana, pero con él sí me hice una foto. Admirar es mucho más fácil que imitar. Farmer and former president of Uruguay. La Wikipedia lo define con un juego fonético de palabras en este orden: granjero y ex presidente de Uruguay. Puede que a Mujica le gustara, siempre se ha considerado un campesino. Pocos presidentes han compartido ese origen y, menos aún, ese retorno. Quitarse americana y corbata y aparcar coche presidencial y sueldo para agacharse a plantar frijoles… no se repite mucho. Su amigo Lula da Silva, nacido en una choza de barro en el seno de una familia de agricultores que no sabían leer ni escribir, lo entendía muy bien. El ex presidente de Brasil ha cruzado el planeta para despedirse de él, 25 horas encadenando vuelos de China a Uruguay a sus 79 años. Han compartido trayectorias políticas improbables, valores y una conexión con el lugar de donde vienen impermeable a cualquier tentación del poder. A Lucía Topolansky, su compañera en la guerrilla y en la vida, ex vicepresidenta de Uruguay, la ha anegado esta inundación de amor, respeto y admiración, el cariño de millones de personas. Lágrimas, cartas y flores. Riadas de jóvenes que lo adoran y se alimentan de sus mensajes honestos y certeros. Adultos, viejitas que se despidieron de él llorando y puño en alto o preparando la comida. Políticos afines y opuestos que alaban su integridad. Muchos de ellos nunca lo habrían aceptado en sus gobiernos. “No se cansen de ser buenos, aunque ser bueno no sirve para mucho. Sirve para no arrepentirse con uno mismo”. Gracias por todo. Buen viaje.