Creo que es difícil contemplar la fotografía de portada de la edición digital y de papel de ayer martes de DIARIO DE NOTICIAS sin que los sentimientos más humanos que aún contiene el interior de cada uno de nosotros reclamen piedad, solidaridad o máxima indignación ante una imagen en que un grupo de niños y niñas con el miedo y el hambre en sus rostros llorosos y temblorosos imploran con unas cacerolas vacías en sus manos un poco de comida de forma desesperada. Decía ese mismo día la actriz Lola Herrera que “la pasividad del mundo ante lo que está haciendo Netanyahu me tiene trastornada”. A mí también, trastornado y perdido ante tanta crueldad e inhumanidad.
El Gobierno sionista de Israel ha permitido pasar unos pocos camiones con alimentos para escapar a las advertencias de sus aliados occidentales ante la hambruna planificada que está utilizando como un arma de guerra más en el genocidio del pueblo palestino. Un intento de desviar la atención mientras al mismo tiempo Netanyahu anuncia su intención de entrar a sangre y fuego para ocupar todas las tierras palestinas de la franja de Gaza y la expulsión y limpieza ética de los palestinos para reconvertir sus playas y tierras en un gran resort vacacional. A estas alturas, parece evidente que ni acabar con el terrorismo de Hamas ni la liberación de sus rehenes eran los objetivos prioritarios de estos 19 meses de ofensiva militar en Palestina, Y después de Gaza llegará el turno de Cisjordania. Es necesario seguir denunciando la pasividad internacional, tanto de los países árabes como, sobre todo, de la UE. Es cierto que ahora aliados de Israel en Europa como Reino Unido, Francia y Alemania han elevado el tono de sus advertencias a Netanyahu o que el Estado español, Países Bajos, Irlanda, Bélgica o Eslovenia van cada vez lejos en su distanciamiento de Israel, pero todo es de momento ineficaz. Con una Comisión Europea en la que ninguno de sus miembros, con Von der Leyen a la cabeza, es capaz de exponer en público una postura mínimamente digna y acorde con los valores que se supone representan.
Entre medio, la ONU denuncia que 14.000 bebés pueden morir en las próximas 48 horas si no les llega ayuda y alimentación. Es importante recordar que Benjamín Ferencz, cuando aún era el último fiscal vivo de los juicios de Núremberg hace unos 10 años, advirtió con indignación contra la impunidad, la eliminación o incumplimiento de la Justicia Universal contra los delitos de lesa humanidad. A su juicio, ese camino suponía una violación de las obligaciones internacionales que consagra vías de escape para muchos responsables de graves delitos y vulneraciones de derechos humanos. Y también obvia principios fundamentales de la legislación internacional que aseguran la no prescripción de delitos como el genocidio, las desapariciones forzadas o los crímenes contra la humanidad.
Este presente es una sucesión de pasos atrás en el ámbito de la justicia, las libertades y los derechos políticos, civiles y sociales. La memoria viva de Núremberg para sonrojar la actual devaluación de la democracia. Queda solo la esperanza de que los responsables y sus encubridores–, que incluso alardean de sus soflamas comparezcan antes o después ante un tribunal internacional para responder por esos crímenes.