El festival de Eurovisión es una cuestión de Estado. En el primer episodio de la serie La canción, que emite Movistar, se plasma el interés de Franco por ganar el certamen de 1968. Sobre este asunto hay versiones contradictorias; una relata la intervención del dictador para que se hiciera ‘todo lo necesario’ para conseguir el primer premio; la otra niega lo anterior. El caso es que en la ficción, el Generalísimo presiona al ministro Fraga Iribarne para que lidere una operación con la que la Dictadura intenta enviar al exterior un mensaje de modernidad. Un lavado de cara con banda sonora. Y así, mientras la primavera de París florecería en las reivindicaciones del conocido como Mayo del 68, en España el primer sábado de abril fue una celebración colectiva porque una muchacha que vestía minifalda ganó por un voto al representante de Gran Bretaña, paraíso de todas las libertades. El país no daba para más.
Con Franco en El Pardo, España ganó dos veces Eurovisión; después, nada. Ayer, Núñez Feijóo reprochó a Pedro Sánchez que “Eurovisión es el nuevo Franco del Gobierno”. Tras este comentario inapropiado, el jefe de la oposición encadenó una secuencia de chistes carentes de todo ingenio para apuntalar su afirmación. El líder socialista, como responsable de la televisión pública, había intervenido en la polémica por la participación de Israel en el certamen y abogó por su expulsión. Lo hizo a toro pasado y a favor de corriente: ese posicionamiento tenía que haberlo hecho antes del festival, porque era la segunda vez que Israel subía al escenario a cantar mientras su ejército extermina al pueblo palestino. Como Franco hizo con los rojos, por si no lo recuerda Feijóo y quiere preparar un monólogo.
Llegará un día en el que la canción y el cantante de Eurovisión serán objeto de debate y votación de sus señorías en las Cortes. Un Congreso Fest a imitación de la selección que se viene realizando en Benidorm. Ya hubo un ensayo al hilo de la elección de Chanel. Entonces (2022), voces de Unidas Podemos, PP y PSOE cargaron contra la profesionalidad del jurado y el contenido de la letra. Los socialistas llevaron la elección hasta el control parlamentario de RTVE en el Congreso. Curiosamente, hoy sigue siendo la canción de España mejor clasificada en este siglo.