La distancia no siempre se mide en kilómetros. Se puede estar cerca estando lejos. Para eso hay que querer acercarse, sobre todo a los problemas, a las tragedias, aunque ocurran en otro lugar diferente a nuestra zona de confort. Miles de kilómetros separan Gaza de Iruña. Miles de kilómetros entre una ciudad en la que vivimos en paz y una en la que la destrucción de Israel está acabando con todo un pueblo. Pamplona está tocando ese genocidio, tiende la mano al pueblo palestino, la ha tendido siempre y más ahora cuando más necesaria es esa ayuda y ese apoyo. Somos una tierra que se moviliza, que sale a la calle ante las injusticias (más deberíamos salir tal y como está el mundo, el de cerca y el de lejos).
Gente comprometida con la paz, que sabe lo que es no tenerla. Nos separan muchos kilómetros de Palestina pero estamos muy cerca, al menos con el corazón, con el pensamiento, con las ideas, con el compromiso, con la denuncia, con no callar ante la barbarie, con seguir pidiendo que se ponga fin a tanta muerte y que deje de utilizarse el hambre como arma de guerra. Por eso creo que Palestina estará en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona el 6 de julio lanzando ese Chupinazo por la paz y la esperanza.
Creo que será lo que salga de esa votación mayoritaria que acaba ya y que está batiendo récords de participación, porque nunca tanta gente se había movilizado para decidir que mano prende la mecha de la fiesta. Esta vez es diferente. No se decide el nombre, se decide la causa, y en la causa quiero creer que estarán de alguna manera todos los aspirantes a lanzarlo; que si sale Yala Nafarroa, quienes se han quedado a las puertas AFAN (Asociación de Familiares con Alzheimer y Otras Demencias de Navarra), Asociación Cultural Gaiteros de Pamplona - Iruñeko Gaiteroak, Juan José Martinena Ruiz y Alberto Gurrea Saenz también sentirán que este Chupinazo es un poco suyo. Ysi ocurre de otra manera, que no se olviden de Palestina. No son candidaturas comparables, eso es verdad.
No cabe en la misma balanza todo el dolor del pueblo Palestino, con el resto de causas sociales y méritos sanfermineros. Todavía no se sabe lo que los y las pamplonesas hemos decidido, pero se intuye. Y en esa intuición nos va a tocar gestionar emociones complejas. Desde Iruña abriremos una ventana para que el mundo sepa que estamos con Palestina, que en la fiesta también cabe la denuncia y la exigencia de la paz, pero no sé qué nos recorrerá el estómago cuando llegue ese momento, si seremos capaces de gritar Gora San Fermín desde la alegría de la fiesta pensando que tal vez entonces, como ocurría esta misma semana, Israel vuelve a matar a gente inocente en Gaza, lejos pero cerca, en ese lugar al que mirará Iruña.