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Vaya bolongo

Ana Belasko

Mala vida

Mala vidaJAVIER BERGASA

En nuestra memoria perviven semanas en las que se agolpan aciagas y trágicas noticias, esas de potente y gran relevancia que en mi gremio llamamos bombas informativas. Pero también en jornadas tremendas como las que acabamos de atravesar, la vida, la mala vida, se cuela para impregnarlo todo. Mientras hemos permanecido absortos y cabreados por el nada inocente goteo de filtraciones sobre nuevas –y viejas– corrupciones, nos pasó desapercibido que un hombre de 73 años se ha suicidado en Barcelona tras ser desahuciado del piso en el que vivía. Después de que una comitiva judicial ejecutara el alzamiento de la vivienda, apostó por precipitarse desde un balcón sin que nadie pudiera evitarlo. En Pamplona, la Policía cortó el miércoles la calle San Lorenzo y logró llevar a cabo el desahucio, paralizado una semana, de la casa en la que desde hace una década vivía una mujer. Poco parece importar si esta persona, enferma oncológica y con una alta discapacidad reconocida, tuviera que abandonar el inmueble en pocos minutos y –según denunció– sin contar siquiera con una notificación previa del hecho. Nos desgarramos las vestiduras ante los informes de la UCO al mismo tiempo que apostamos por la indiferencia, por no mover un dedo en favor de nuestros vecinos más desafortunados.