"Yo no le he buscado putas a ningún putero”: Mari Carmen Moreno, alcaldesa de Águilas, respondía al PP en la sesión plenaria celebrada este mes tras ser mencionado el pueblo como lugar “discreto” para encuentros con prostitutas en los informes de la UCO. “Me repugnan los puteros, los de mi partido, los del suyo, y todos en general...Y me dan asco y me repugnan los ladrones, los de mi partido, los del suyo, y todos en general”.

La regidora resume muy bien el hartazgo de quien pelea por el bien común desde los cimientos de un ayuntamiento. El audio de Ábalos y Koldo haciendo un ‘casting’ de mujeres prostitutas es repugnante. Desde Madrid han querido reactivar ahora el debate sobre la ley abolicionista para prohibir la prostitución lo que en la práctica significaría multar y perseguir a los puteros y el proxenetismo. La ministra de Igualdad ha anunciado que en septiembre se llevará al Congreso. Será el tercer intento. Saldrá o no adelante -hay división en la izquierda porque hay quien considera que esta medida es puro puritanismo progresista y que hay que diferenciar prostitución voluntaria y forzada- pero el debate social es de más calado.

Lo acabamos de ver en un informe sobre Juventud: el aumento de los jóvenes que niegan la violencia de género y creen que es “un invento ideológico”. Quizás tenga que ver con la cultura de la violación y con el consumo de pornografía. Es mucho más que normalizar los servicios que, por ejemplo, ya ofrecen para Sanfermines en pisos las ahora llamadas scorts, acompañantes o masajistas a través de las redes sociales. Muchas de ellas muy, muy jóvenes.