Hola personas, ¿derretidos? Pues tranquilos, esto no ha hecho más que empezar. El verano no es lo que era, ni siquiera en las noticias. Antes copaban los titulares el monstruo del lago Ness, la carrera de layas de Puente la Reina o el lanzamiento de rabiosa de Marcilla, ahora coges el periódico y lees que si uno le ha metido a otro un tomajau por el orto, que si otro le ha ocupado por la cara tres robadas, una era y cuatro viñas al vecino, que si otro que tiene mucha pasta, buenos amigos y mucha fuerza, está jodiendo a unos que tiene al lado que no tienen ni amigos, ni fuerza, ni pasta , solo tienen hambre, desesperación y miedo; que si todos los políticos, por suerte, no son Santos, y que si hay uno que tiene una sobrina que no necesita bolso porque se lo mete todo en el “túyasabes”. Menos mal que ya falta menos, y estas noticias de mierda darán paso a titulares que dirán que si Pocapena sembró el pánico en Estafeta, que si no sé quien ha ganado el premio a la mejor vara, que si Manosduras, de la ganadería de La Pedorrilla, demostró bravura y nobleza y propició que el Niño de la Plazuela abriese el portón del encierro para salir a hombros, que si la colección de fuegos artificiales tirada por la pirotecnia Manolín, de Rafebuñol, es firme candidata a ganar el premio San Fermín 2025, y que si tal y que si cual y miles de felices noticias que nos contarán como van nuestras queridas fiestas.

Bien, tras este preámbulo, vamos a ver los variados temas que este nuevo “Paseante” nos va a traer. En primer lugar quiero despedir como se merece a José Luis Bayona, un gran fotógrafo que dedicó vida y energías a este maravilloso arte de grabar con luz que a tantos nos apasiona. José Luis fue diferente a lo que había, él vio que la publicidad era una cuota de mercado desatendida en Pamplona, fue a por ella y durante años fue el único. A él debemos todos aquellos anuncios de nuestra infancia de Natacha, de aceites Aitor, o de yogures Yoplait. También realizó todos esos enormes positivos de paisajes, monasterios o vistas de pueblos que adornaban tantos y tantos portales y tantas oficinas y empresas. Desde su tienda de la calle San Nicolás atendió a todo el mundo con amabilidad, y a quien se lo pedía aleccionaba sobre los entresijos de la fotografía con auténtico espíritu docente. Buen viaje, Jose Luis, muchas de tus fotos siempre estarán presentes y tú con ellas.

Así mismo, mañana lunes día 30 tendremos otra despedida, pero en esta ocasión de un comercio, Casa Antonio, el ultramarinos de toda la vida en la esquina de Gorriti con Carlos III echará la persiana para siempre. Javi se jubila en el negocio que le vio nacer. Tienda de barrio de aquellas a las que me mandaba mi madre y me decía: vete a Casa Antonio y tráeme un kilo de azúcar, dile que ya pasaré a pagar, y así funcionaba la cosa. “Antonio” ha mantenido clientas fieles, como mi tía Luisita, que ya podían abrir DIAS, EROSKIS, y lo que fuese, que ella siempre compraba en la tienda de Javi, igual que antes lo hizo en la de sus padres Antonio y Conchita. Con Casa Antonio se va un poco de nuestra vida. Feliz jubilación Javi, ya nos veremos.

Otro asunto que he paseado esta semana ha sido el mundial de Rugby inclusivo, llamado International Mixed Ability Rugby, que se ha celebrado estos días en los campos de la UPNA. Resulta que el lunes vi un montón de gente rara por la zona de mi afamado restaurante La Fogoneta, digo rara porque eran muy grandes, entraditos en carne unos, escasos de peso, otros, vestidos con muchos colorines, los pelos multicolores y otros aditamentos que me hicieron pensar que no eran de Mañeru precisamente. Pregunté y me informaron que habían venido al campeonato del mundo de Rugby inclusivo en el que jugaban mezclados gente sin discapacidad con personas aquejadas de alguna discapacidad. La cosa me pareció interesante y sobre todo fotogénica, así que el miércoles me armé de mi cámara y mi teleobjetivo y bajé a ver que se cocía. Al llegar me recibió una voluntaria que se llamaba Natalia y que me explicó con mucha amabilidad en que consistía aquello. Una vez puesto en situación me fui al campo, donde ya se estaban jugando un par de partidos, y empecé mi faena disfrutando como un gorrinillo en un charco, tirando fotos sin parar y viendo el desarrollo de aquello en donde el 50% de los jugadores tenían una discapacidad, en su mayoría psíquica, que les hacía ver el juego de otra manera y que se defendían en los lances propios del rugby con todas sus fuerzas, pero respetando las normas. Dejaban claro que la discapacidad no les hace ni mejores ni peores, solo les hace un poco diferentes en las formas y nada más. Otro factor interesante que había en el campo eran los hinchas, había que verlos, unos disfrazados de hawaianos, otros vestidos de rojo, color de su equipo, de arriba a bajo incluidas las gafas de sol, otros vestidos solo con unos taparrabos, con el escudo y el nombre y la antigua fecha de creación del equipo “Worcester Rugby and Football Club 1871”, en los cuartos traseros. Todos ellos animaban de forma extrema dándolo todo. Los finales de los partidos se celebraban con gran deportividad haciendo un pasillo a los vencedores, aplaudiendo y jaleando hasta el final. El jueves volví, me encantó lo que allí vi.

Y para acabar este variado ERP, quiero hacer mi pequeño homenaje a las Peñas de Pamplona por su nombramiento como Patrimonio Inmaterial de la nación. Para ello me di una vuelta por algunas de sus sedes. El viernes a la mañana me acerqué a lo viejo y entré por la calle San Miguel. La primera que visité fue el Anaitasuna en la calle San Francisco, de ahí salí a San Lorenzo para entrar en Jarauta auténtico parque temático de las peñas de Pamplona. La primera que encontré fue la Peña San Fermín, luego la inconfundible Alegría de Iruña con sus colores verde y rojo, esquina con la plaza de Santa Ana está la Única, unos pasos más adelante en el número 50 disfrutan los de la peña Aldapa, en el 34 los del Bronce con su damero azul y blanco. Doblé la curva que hay frente a las dominicas y llegué al rincón de pellejería, entré y vi que está todo aquello muy desatendido, casi salvaje, en un banco, a la sombra, una señora y dos señores que sumaban alguna docena de años disfrutaban de la mañana, les pedí permiso para hacerles una foto y me lo dieron, luego pegué la hebra y estuve un rato charlando con ellos, me dieron la razón en que aquello estaba hecho un patatal, y que era una pena, decían, con la de cosas bonitas que aquí se pueden hacer. Se llamaban Susana, Juan y Manuel y prometí saludarles desde aquí.

Seguí Jarauta adelante y despedí a las peñas con la Jarana y el Txarko. Las que faltan que se den por homenajeadas.

Ya falta menos.

Besos pa tos.

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