Síguenos en redes sociales:

Carrie y compañía

Carrie y compañía

Puede ser Nueva York, con sus más de 8 millones de vivientes y sus desigualdades, de la opulencia a la pobreza extrema, ¿escenario de comedia? ¿Existe otra versión de la ciudad de los rascacielos que no sea la agresiva y angustiosa, mil veces retratada en las pantallas? Para imaginarla amable habría que amputar el 90% de su realidad. El resultado fantaseado y convertido en serie es And Just Like That, secuela de la clásica Sexo en Nueva York y cuyo capítulo final veremos este próximo jueves. Tenemos una historia de cinco mujeres ricas y guapas (los hombres aquí solo cuentan como apéndices), Carrie, Miranda, Charlotte y las añadidas Seema y Lisa, un universo femenino en diversidad de género, razas y estado, con hijas e hijos pijos, a gusto de una comunidad woke y moderna, nada de cincuentonas carcas.

Ya no tienen treinta años como cuando arrancó Sexo en Nueva York a finales del siglo pasado. Si HBO Max se echa atrás y no las liquida definitivamente pese a su modesta audiencia, las veremos como Las chicas de oro renovadas, viejecillas locas que se masturban entre sábanas de seda. La mitad de la serie es la feminidad de Sarah Jessica Parker, que lo ha dado todo, hasta exprimirse, en su papel de la perturbadora e inteligente Carrie y atado su carrera a este romántico personaje con el que se identifican millones de mujeres. Y también, en menor medida, Miranda, lesbiana sobrevenida y madre feliz.

La otra mitad es el interminable desfile de moda y casoplones rendidos al lujo de una ciudad frívola. Esta sobredosis de glamour supera su concesión a la realidad en forma de muertes, rupturas, casos de cáncer, sexo poco explícito y hasta un embarazo adolescente. Pero ellas, las mujeres de esta historia, lo subliman todo, su fascinación y hegemonía. Descansen en paz.