Habló sobre Gaza el presi de la UEFA, Ceferin, y dio ganas de vomitar: que el veto a Rusia demostró que el deporte no ayuda a poner fin a tragedias; que el camino no es vetar a los deportistas; que la masacre de palestinos tiene una gran reacción de la sociedad civil pero poca de la política… Y así, uno tras otro, penosos argumentos para justificar lo injustificable: que ni una gran federación internacional, que tanto presumen de su poder y su independencia, ha tenido el valor de vetar a Israel, que se sigue blanqueando a través del deporte, porque estar en las competiciones la legitima como socio de pleno derecho de la comunidad internacional.
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Y no crean que es por maldad, sino por algo más prosaico: media docena de gobiernos y una docena de multinacionales son los que realmente mandan en el deporte y los que han dicho que a Israel no se la veta. Y los Ceferinos obedecen y ocultan con idioteces su mansedumbre y su indignidad.