Le pregunto a I si a él también le asaltan estas noticias en el móvil y me contesta que sí. Parecen inocentes, proceden de medios amables, son contenidos poco conflictivos y están protagonizados por mujeres que ni enarbolan pancartas ni dicen una palabra más alta que otra. Al contrario, son la encarnación menos estridente de una domesticidad pacífica.

Y así, mientras asistimos a la subida imparable del precio de los alimentos, leo que una madre de 15 hijos se arranca titulando: “Hacemos una compra mensual de 600 €, 1.300 galletas, 240 litros de leche, siete docenas de huevos y productos de marca blanca.” Y yo corro a preguntar a I por su opinión porque las compras son su negociado.

Pero, antes de seguir, razonemos. Si dividen 600 euros entre 15 obtendrán 40 euros. No hay hijo, por mal comedor que sea, que se sustente un mes con ese dinero. 1.300 galletas, que son una enormidad para un desayuno, suponen 2,88 por persona y día y siete docenas de huevos se quedan en 5,6 por retoño y mes. ¿Ni siquiera dos huevos semanales siendo una fuente de proteína completa y más barata que otras? Respecto a los 240 litros de leche, parecido, medio litro por persona y día. A lo largo del artículo nos enteramos de que ya no todos los hijos e hijas viven en casa, pero bueno, aunque sean la mitad, sigo sin verlo.

¿Es cierto que esta familia realiza esta compra? Seguro. ¿Es más cierto que para comer lo necesario debe realizar muchas otras compras que multiplican los 600 euros? Pues más seguro. ¿Los datos se presentan de forma muy sesgada? ¿Puede parecer que el artículo insinúa que si usted no llega a fin de mes es porque no se organiza? Por supuesto. Es una bazofia.