Hay un boom de iniciativas empresariales para transformar el estiércol en gas del mismo furor que en los últimos años saltaron nuevos parques solares y fotovoltaicos. Desconozco si hay una nueva línea de ayudas europeas para esta finalidad, si ha cambiado la norma medioambiental para limpiar corrales o han crecido las granjas de animales. Lo cierto es que los últimos proyectos que se han presentado en pueblos de Tierra Estella tienen que ver con el tratamiento de purines de granjas ganaderas y lodos de plantas depuradoras.
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Una vez purificado el residuo el biometano y CO2 resultante se inyectaría en la red general de gas natural. En Los Arcos, el más reciente, además de Sesma, Viana y Lodosa, ya han manifestado su rechazo. Y, al menos en el caso de Los Arcos y Viana, se trata del mismo grupo -B. Power Gen II SL- con sede en Logroño. Los ecologistas alertan de la posible contaminación de suelos y acuíferos. Sustrai, que va este jueves a Lodosa recuerda el juicio por la macrogranja de Odieta por vertidos en el entorno del río Aragón.
Es indiscutible que el modelo de ganadería industrial necesita tanto suelo para deshacerse de sus residuos como número de cerdos o vacas que críen porque la clave está en fertilizar terrenos agrícolas sin que haya nitratos de más. Los pequeños digamos que se autogestionan. Y eso que en Navarra se ha limitado (2023) en 850 unidades a las nuevas granjas. Pero quizás las nuevas plantas de biometano estén pensando en admitir residuos de otros territorios.