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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

El señor Jetamendi

El señor JetamendiDaniel González

Hace ya un tiempo que no le dedico unas letras en este rincón a uno de los personajes que deambulan por nuestras vidas, nuestros medios y nuestros debates públicos con un rostro de piedra de nivel premium. El personaje es el jefe de una de las patronales más conservadoras de Europa, la CEOE de Antonio Garamendi, un paisano de las tierras vizcaínas, con una vida laboral en la que destacan, además de vivir de las rentas heredadas, importantes supongo, por haber sido también tesorero de esa misma CEOE y antes presidente de la Confederación Española del Metal. No le hace ni menos ni más desde el punto de vista laboral, pero sí hace más insoportable aún el desafortunado mantra permanente que insiste en que los trabajadores deben trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos.

Lo de desgraciadamente, lo he escrito yo, no sé y no creo que lo diga él, porque es seguro que no lo piensa. Garamendi refleja toda una teoría política y económica que se repite como una soflama tibetana o islamita, bueno o de cualquier otra religión en su versión más fanatizada, para transmitir el mensaje pesimista e inculpatorio que responsabiliza ahora a los ciudadanos del origen de la incertidumbre global actual y de la incierta situación de las economías. Sobre todo las occidentales de EEUU y de la UE, con unos estados mostrando peores signos que otros.

El altavoz unidireccional que sólo emite las consignas y soluciones del neocapitalismo neoliberal de este siglo XXI, sin reglas, que apunta también a que somos nosotros los que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, los que nos hemos dado a la vagancia del absentismo, los que nos llevamos a casa unos salarios que hacen insostenible el sistema y los que al no aceptar esa gran estafa global de los planes privados de pensiones estamos aniquilando la Seguridad Social y el futuro de las pensiones públicas. Este es otro de los argumentos estrella de Garamendi en su trabajo de conceder entrevistas y ofrecer conferencias, supongo que pagadas.

No sólo nos echan encima la culpa a priori de otra crisis, por si llega de nuevo y en cuyo origen y beneficios no tenemos responsabilidad ni parte, no sólo incumplen sus promesas, no sólo nos cargan el coste de la especulación y la corrupción financiera y bancaria y el auge de los discursos belicistas y el desvío de nuestros recursos públicos y de nuestros impuestos a engordar el gasto en armamento con recortes sociales y laborales y con medidas para privatizar nuestros derechos públicos como la educación, la sanidad, la vivienda, la atención social o el cuidado de nuestros mayores, sino que además nos amedrentan con la responsabilidad de un sentimiento de culpa colectivo.

Por eso defienden que la democracia es una cosa y el mercado, otra, y que sus intereses no siempre coinciden. En realidad, los que no coinciden son los intereses del mercado con los valores de la democracia. Y el señor Jetamendi, perdón, Garamendi, lo sabe, pero su negociado es otro.