Aquellos debates sobre periódicos impresos versus digitales quedaron lejos y todos sabemos cómo se resolvieron, para ser exactos, cómo se están resolviendo: con un número descendiente de lectores tradicionales de diarios y un producto que, cada vez, llega a los kioscos –¿qué kioscos?– con menos páginas. De sobrevivir, la prensa lo hará desde las plataformas e incorporando temas inimaginables hasta hace nada. Con todo, hay aspectos tremendamente positivos porque ¿quién nos iba a decir que podríamos disfrutar de 30 o 100 fotos de un asunto frente a la única imagen o pocas más que tienen cabida en el periódico en papel?
Luego están esos contenidos –no sé si informativos, noticias no son– y cuyo titular siempre comienza con un número: “Ocho objetos que no debes guardar”, “Cinco colores que hacen tu dormitorio más relajante” o, el que acabo de leer, “Diez cosas de casa que ya no necesitas y que no hacen más que ocupar sitio”. Como me temía, tengo todos los trastos de esa lista menos un teléfono fijo y una estación meteorológica y, además, soy una firme partidaria de los moldes para cubos de hielo frente a las bolsas que vende el súper. No sé, esta nueva prensa me aturde y atropella. Eso sí, lo hace con bastante menos virulencia que las noticias de verdad, las de siempre.