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Jóvenes y fragilidad

Jóvenes y fragilidadIñaki Porto

Me quedo muerta tras saber que las bajas por problemas de salud mental siguen disparadas en Navarra en 2025 y crecen más entre los más jóvenes. De hecho, su incidencia ha crecido más de un 75% en los últimos ocho años, según los datos aportados ayer por Mutua Navarra. En 2030 será la primera causa de baja. Entiendo que la casuística es muy variada, que hay que ponerse en el pellejo de la gente y que no siempre estamos hablando de trastornos mentales con un diagnóstico inapelable sino de muchos problemas emocionales de todo aquello que nos desestabiliza en la vida como puede ser la muerte de un familiar cercano, descubrir una enfermedad grave, una separación, un acoso...lo que es la vida en toda su crudeza. Pero hay otra lectura que quizás se nos escapa que es nuestra alta vulnerabilidad en el orden de lo que se llama ‘problemas del primer mundo’ y la falta de esa coraza que tuvieron nuestros padres y abuelos para salir adelante pese a las dificultades. Javier Taberna, de la Cámara de Comptos, recogía una cita del escritor Pérez Reverte en la que destacaba la menor resiliencia emocional de las generaciones más jóvenes: “¿Cómo van a competir nuestros jóvenes con aquellos que llegan después de haber cruzado el desierto y montarse en una embarcación para llegar aquí?”. No es crudeza o frivolidad, es una reflexión con mucha miga. Somos frágiles como naturaleza humana y la vida a veces nos supera en muchos momentos pero seguramente no estamos enseñando como sociedad a nuestros menores, adolescentes y jóvenes a ser fuertes y encarar los problemas con fortaleza y lucha o con capacidad para regular las emociones, en definitiva, a crecer con madurez. Siempre hay grados por supuesto. Y les falta a veces recursos quizás porque no les hemos hecho tan independientes como creíamos. Por no hablar de que el problema de acceso a la vivienda o la precaridad laboral son factores tremendamente importantes que no se tienen en cuenta a la hora al hablar de estos temas y que lastran las expectativas de futuro de nuestros jóvenes.

Para más inri leo que un psicólogo apunta a los algoritmos de las redes sociales como causantes de los problemas de salud mental en menores. Adicción no solo al móvil o internet sino a las aplicaciones que utilizan y que generan ansiedad, depresión, trastorno por déficit de atención con hiperactividad o el trastorno de la conducta alimentaria. Una adicción, dicen, tan peligrosa como la cocaína. Los algoritmos son Dios, saben ordenar el contenido que se muestra a los usuarios según varios parámetros. Los parámetros difieren además en cada red social. Móviles que nos sirven el contenido que nos engancha más porque seleccionan información acorde con los gustos e intereses del usuario siguiendo pautas como los likes o cómo interactúa en las plataformas sociales lo que te convierte en esclavo. Droga dura para el cerebro por mucho autocontrol que tengamos y manejo de las habilidades sociales. Se aprovecha de la desinformación.