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Mesa de Redacción

Ana Ibarra Lazkoz

Síndrome postaborto

Síndrome postabortoJesús Hellín

No hace tantos años que muchas mujeres se veían obligadas a cruzar la frontera –si disponían de medios para ello– para poder abortar con ciertas garantías sanitarias y de forma legal. Hoy, más de medio siglo después, sigue siendo un gran negocio para hospitales y clínicas privadas. Navarra registró 1.017 abortos en 2024 y tres de cada cuatro interrupciones fueron en Osasunbidea, a diferencia del conjunto del Estado donde la mayoría se practicaron en hospitales privados.

El PP del Ayuntamiento de Madrid acaba de aprobar una moción de Vox en la que obliga a los sanitarios a informar a las mujeres del síndrome postaborto (consumo de alcohol, drogas, pensamientos suicidas, riesgo de cáncer....). ¡Inaudito! Ayuso a su vez anuncia que no pondrá en marcha el registro de médicos objetores obligatorio desde 2023; de ahí su célebre frase “Váyase a otro lado a abortar” (en Madrid, el 1% son públicos). Esta medida se reguló para evitar que las consejerías de salud u hospitales enteros apelasen a una supuesta objeción generalizada y no tener que asumir abortos en la red pública. Una vieja polémica.

El Constitucional avaló de hecho en 2014 el registro navarro de médicos objetores al aborto tras un recurso del PP. Ayuso pone como excusa no querer señalar con una lista negra y Sánchez amenaza con llevarla al TC. Pero más allá del rifirrafe político lo que está en peligro son los derechos de las mujeres ya garantizados por ley. A decidir sobre su propio cuerpo y tener información suficiente para tener autonomía sobre su salud sexual y reproductiva (van de la mano).