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Pantalla plana

Carlos Marcos

El coche es de pobres

El coche es de pobresAntena 3

La tele se nos ha llenado de concursos y ya nadie usa el coche como reclamo. Queda todavía, más por tradición que por la remota posibilidad de llevárselo, el de La ruleta de la suerte, ya sin patrocinador desde hace lustros y al que ni enfocan la marca ni nos cuentan su equipación aunque lo gane el concursante, cosa que no suele ocurrir más de una vez al año para no hacer daño... al bolsillo de la cadena, habrá que suponer. En la versión nocturna del programa, que acaba de regresar al sábado por la noche zampándose de un bocado el Cuánto al cubo de La 1 (que acabará a este paso en el ídem de la basura), hay gajos con cantidades más grandes pero no hay coche, ni pequeño ni grande, en esa ruletilla final que divide entre 24 la posibilidad de ganar un buen premio.

Que no haya coche en los concursos de la tele es señal de que, diga lo que diga la macroeconomía, la cosa está jodida y a los concursos ya no se va en busca de caprichos y sí para tapar agujeros de extrema necesidad. En una época en la que la vivienda estaba asegurada, en propiedad o en alquiler, el coche fue símbolo de estatus durante décadas porque suponía dejar atrás el transporte público y los días azules del tren para ir con la familia al pueblo de la parienta. 

Ahí estaba el flamante Seat 127, repleto de señoritas encima, que el Un, dos, tres convirtió en principal objeto de deseo, antes de que el apartamento le quitara la plaza del más deseado, aunque de alguna forma había que llegar al apartamento. Después vendría El precio justo y su multimillonario escaparate final donde el utilitario se transformó en deportivo a lo Miami Vice acompañado de yate, joyas, el apartamento en primer línea de playa y hasta del primer viaje espacial, que como usted sabrá sufrió un considerable retraso, más propio de la Renfe actual. Había coches en todos los concursos, de mañana, tarde y noche. Y hasta el mítico 3x4 a punto estuvo de poner el coche en el título, y no porque fuera a llamarse 4x4, como un todoterreno, sino porque la cosa se bautizó en un principio como Y además, un coche.

Si La ruleta ha mantenido el utilitario, al menos en su versión matinal para prescindir de él en su elegante y adinerada versión nocturna, otros longevos concursos como Alta tensión ya nos mostraron lo que es quitárselo de encima para cambiarlo por el vil metal. 

En una sociedad en la que los jóvenes han cambiado las ganas de carné y de hacerlo en un Simca 1000 por otros deseos, los concursos de la tele ya no usan el coche como reclamo. Cifras y letras, La pirámide, El cazador, Jeopardy, Saber y ganar, Agárrate al sillón, Pasapalabra, ¡Allá tú!, Tesoro o cacharro, Mihiluze, Date el bote, Esto no es normal, Yo sé más que tú, Reacción en cadena, Lo sabe, no lo sabe o Juego de pelotas son algunos de los muchos ejemplos de concursos sin coche que ganar; algo impensable hace no tanto.