Los Caídos no van a caer. La tibieza timorata de PSN, EH Bildu y Geroa Bai certificó hace un año, en la fecha del aniversario de la muerte de Franco (20-N), la voluntad compartida de la resignificación del mausoleo. Cinco años antes, el Ayuntamiento de Pamplona había presentado las 7 propuestas seleccionadas del concurso de ideas sobre el monumento y su entorno. Solo una abogaba por la demolición. Ahora se convocará otro concurso de arquitectura (internacional), después de que las tres fuerzas aliadas rebajaran en Pleno municipal el grado de protección del edificio y conocidas las recomendaciones de un Comité de Expertos sobre el futuro Centro de Memoria y contra el Fascismo (Museo Memorial). Compatible con el futuro del Palacio del Marqués de Rozalejo (edificio barroco del siglo XVIII, en calle Navarrería), sede burocrática de la dirección general de Memoria y Convivencia y del Instituto de la Memoria. Dos puntos cardinales de la memoria en el callejero. Los expertos abogan por la “transformación en profundidad del monumento (exterior e interior)”.

En su opinión, “el derribo favorecería la memoria de los perpetradores en cuanto destruiría pruebas”. Sostienen que “la conservación de los testimonios materiales de la represión es útil como herramienta de construcción de la memoria histórica”. El reto es “convertir un lugar de culto al totalitarismo en un espacio de pensamiento crítico”. Los comités de expertos suelen favorecer y ornamentar intelectualmente los intereses de la parte contratante. El Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada no es un testimonio de la represión como cárceles y lugares de detención y tortura, sino un mausoleo (sepulcro magnífico y suntuoso) erigido después de la guerra a mayor gloria de los sublevados y, como derivada, a mayor escarnio de fusilados y represaliados. El respeto a la memoria de éstos tendría que ser prioritario. Sin usar los Caídos como maqueta base de un Memorial. Idea chunga.