Comenzaron levantando vallas en los campos de fútbol; durante un tiempo reforzaron el cerco con redes en los fondos de los estadios; continuaron implantando la ley seca en todo el recinto menos en el palco; establecieron unos registros para acceder a la localidad más estrictos que los de un aeropuerto; ordenaron la incautación de bufandas, gorros y camisetas dependiendo de colores o eslóganes; instalaron cámaras que huelen lo que fumas y leen lo que gritas; y, por terminar, retiraron de la grada banderas que no les gustaban. Pese al intento de transformar un estadio en un teatro, el aficionado sigue acudiendo en masa a los partidos.
Pero ese plan de encorsetamiento de la grada tiene una vuelta de tuerca más: ahora también deciden lo que puedes cantar o no. Esta semana, el diputado de EH Bildu Oskar Matute comentó en el Congreso la retirada de la mítica canción de Barricada ‘No hay tregua’ de la ambientación de El Sadar por sugerencia de la Policía, ya que interpreta que se dan gritos de apoyo a ETA y eso supone sanciones para el club. La letra de esa canción afirma rotundamente: “Nunca tendrán las armas la razón”. Pero está claro que el espíritu coercitivo de LaLiga arrasa con todo, incluida la discografía más popular de bandas de gran prestigio. Lo incomprensible es que Osasuna se pliegue dócilmente a esa censura. ¿Qué será lo siguiente?