A pocos comentaristas deportivos les ha caído nunca la responsabilidad que les cayó a Carlos de Andrés y Pedro Delgado cuando comenzaron las protestas y cortes de carretera e invasiones de la misma a causa de la participación del equipo Israel en la pasada Vuelta a España. Estaban a otra cosa y de repente tuvieron que lidiar con algo completamente ajeno a lo que llevan haciendo 30 años.

No es excusa para justificar las –algunas– salidas de pata de banco de Delgado, que en algunos casos estuvo acertado –poner la seguridad del corredor en primer plano nunca va a ser un error–, en otras desacertado y en otras directamente esperpéntico. Pero, al menos en lo que yo oí, no soltó ninguna barrabasada terrible como para que ahora suene que igual no se cuenta con él para 2026. Delgado, que también criticó al Gobierno de España –en su derecho está–, podrá tener las ideas que tenga, como cientos de profesionales y colaboradores que tiene RTVE y a mi juicio sería una cacicada eliminarlo de donde lleva media vida por el mero hecho de que a una parte de la población o a algún político no le hayan gustado sus opiniones sobre algo totalmente ajeno a la labor para la que se contrata.

Su labor como comentarista podrá gustar poco, regular o mucho, pero tendría que ser por ella y por nada más por lo que se le renovara o dejara de renovar, porque si no entraríamos en terrenos directamente de contar solo con aquellos y aquellas que piensan igual que equis personas acerca de determinado tema. Ya digo, creo que en general estuvo desafortunado y poco empático, que le superó la situación, pero tampoco vi a alguien justificando nada o minimizando nada, sino simplemente dando su opinión sobre si era ése lugar y modo de protestar o no lo era. ¿Equivocada opinión? Posiblemente, quizá era el mejor lugar para protestar, pero cancelarle por eso y media crítica al gobierno no sé si es muy democrático.