Sostiene Isabel Díaz Ayuso que ETA está preparando su asalto al País Vasco y Navarra. Es más, reta a quien lo niegue a que lo desmienta. “¡Que me digan que es mentira!”, gritó desafiante el domingo ante los fieles, en plan ¡eso me lo sueltas en la calle, a ver si alguien tiene huevos de responderme que es mentira! Bueno, no hace falta derrochar testosterona, ni siquiera neuronas, para mojarse: lo es. Es una trola, falsedad, indigna exageración, majadería, un insulto a la inteligencia y otro a la memoria. Ya ves.
Pues a cualquiera que haya vivido aquí los asesinatos, secuestros y amenazas durante medio siglo le resulta empíricamente sencillo contestar que sí, que su aserto es mentira. Nos basta con recordar y comparar. En cuanto a quien se libró de aquello, puede preguntar a las víctimas del terrorismo si “nuestra querida Pamplona” es hoy la de los noventa. En verdad, quien debería atreverse a rebatir a la presidenta madrileña son sus correligionarios, entre los cuales hubo asesinados, secuestrados y amenazados. A estas alturas del desbarre les convendría corregir su errática verborrea, chivarle al oído que no todo vale, decirle, sí, que lo suyo es mentira.
De lo contrario, nos obligan al resto a perder el tiempo refutando memeces en lugar de gastarlo en algo útil, incluso para esos correligionarios. Por ejemplo, en debatir las disyuntivas ideológicas y morales, las consecuencias económicas y sociales de un posible triunfo en las urnas de Bildu. Claro que tal vez a Isabel Díaz Ayuso esa reflexión le parezca poca cosa. O quizás el mero hecho de reflexionar le parezca mucha, muchísima cosa. Mola más gritar. Va a ser eso.