Este sábado podremos ver en Pamplona un elefante blanco (de madera) y un desfile de romanos que partirá al mediodía del Palacio de Navarra.

En la cultura occidental el elefante blanco hace referencia a posesiones que tienen altos costes de construcción y mantenimiento, que superan con creces al beneficio que pueden aportar. El origen está en una leyenda que dice que los reyes de Tailandia, cuando no estaban satisfechos con un súbdito, le regalaban un elefante blanco. El súbdito debía alimentarlo y permitir que lo veneraran, lo cual le suponía un gasto tan grande que lo llevaba a la ruina. El elefante blanco que viene a Pamplona simboliza la construcción del Tren de Alta Velocidad.

La verdad es que este mega-proyecto lleva dando vueltas más de 30 años y cada vez son más las voces cualificadas que dicen que está desfasado y anticuado. Hace poco, por ejemplo, conocimos el estudio del equipo de ingenieros de la Plataforma Por el Tren Público y Social. Explicaban que el Tren Social para Burgos, Álava y Navarra costaría 1.954 millones menos que la alta velocidad, uniría 50 ciudades y pueblos y garantizaría el transporte de viajeros y mercancías, cosa que no garantiza el TAV, abriendo, además, la posibilidad de conectarse a las vías europeas. Para ello proponen aprovechar y mejorar el trazado actual, duplicando vías y modificando el ángulo de determinadas curvas para lograr más velocidad. Un ejemplo: según el proyecto del TAV Pamplona- Vitoria se haría en 30 minutos. Con el Tren Social en 38.

Hace 30 años no sé lo que pensarían, pero ahora está claro que el objetivo debe ser quitar coches y camiones de las carreteras, más que llegar más o menos rápido a unas cuantas ciudades.