PERSONAS vinculadas a la denominada izquierda abertzale colocaron hace unos meses en las instalaciones de la Universidad Pública de Navarra carteles que suponían una clara justificación del terrorismo, idénticos a los que también podemos observar lamentablemente en las calles de Pamplona, de la que es alcaldesa la presidenta de UPN, Yolanda Barcina.

En el caso referido, nada más conocerse la colocación de estos carteles, el propio estamento académico ordenó su inmediata retirada.

A pesar de esta irreprochable actuación, UPN ha exigido al rector de la Universidad Pública que comparezca en el Parlamento de Navarra para dar explicaciones. Esta iniciativa, sin precedentes, constituye un paso más en la campaña que UPN está llevando a cabo para desacreditar permanentemente a nuestra universidad pública, patrimonio de todos los navarros.

Me llama poderosamente la atención la diferente vara de medir que aplican los responsables de UPN, tan rigurosos a la hora de pedir explicaciones al rector de la UPNA, y tan permisivos con otras situaciones que sí representan problemas reales que afectan directamente a la ciudadanía.

Pondré un ejemplo. Durante los fines de semana, algunas plazas y lugares públicos de Pamplona se ven invadidos por personas que buscan la diversión a bajo coste, un fenómeno social conocido como el botellón. Jóvenes estudiantes, también de la Universidad de Navarra (su zona de botellón es el parque de Yamaguchi) cenan y beben en la calle, a la vez que alborotan y gritan inmersos en su diversión nocturna. Créanme, conozco muy de cerca esta situación.

Los vecinos de Pamplona pueden legítimamente responsabilizar a nuestra alcaldesa de los aludidos gritos y de la suciedad que se genera. Sobre todo teniendo en cuenta que el botellón en Pamplona no es algo nuevo. Más bien es un problema que persiste a pesar de las continuas protestas vecinales, sin que hasta ahora haya sido atajado.

Aplicando la doctrina establecida por UPN y como vecina de Pamplona, yo también pido que la alcaldesa de Pamplona sea llamada a comparecer públicamente para que explique a la ciudadanía los motivos por los que la Policía Municipal no interviene para erradicar el botellón de la vía pública, o por qué el Ayuntamiento no ofrece lugares alternativos de ocio para que la juventud se pueda divertir sin provocar molestias innecesarias a los vecinos.

Éstos son los problemas reales a los que UPN y su presidenta y alcaldesa de Pamplona deberían dedicar su tiempo, en lugar de malgastarlo en campañas políticas de acoso y derribo contra nuestra universidad pública, que es fruto del esfuerzo social y la voluntad colectiva de los navarros. Esto es así, aunque a UPN le duela, que le duele, y mucho.

Berta Miranda Ordovás

Secretaria de la Comisión Ejecutiva del PSN-PSOE