Quien acuda a las celebraciones litúrgicas en las iglesias de Pamplona y su Comarca habrá constatado el vergonzoso abandono en las mismas de la lengua vasca, ni siquiera utilizada de manera simbólica en algún saludo o canto, al menos para demostrar un mínimo respeto a nuestra realidad bilingüe. Para su deshonra, los pastores de nuestra Iglesia parecen competir con algunos políticos que, a pesar de decirse navarros, se empeñan en despreciar el mayor tesoro cultural de nuestra tierra.

Afortunadamente, hay quien dentro de la Iglesia demuestra otra actitud. Y no me refiero solo a los que mantienen las escasas celebraciones en euskera, sino también a algún rara avis que introduce simbólicamente la lengua vasca en celebraciones en castellano.

El pasado domingo acudí a una iglesia de Iruñea que celebraba la festividad del santo que le da nombre: Francisco de Asís. Y además de escuchar las bellas letras dedicadas a aquel hombre sencillo y amante de la naturaleza, se cantó el Kanta dezagun y Gure aita, introducidos con naturalidad y entonados por euskaldunes y quienes no hablan la lengua, ayudados estos últimos por la pantalla que permite seguir los cantos.

El detalle me emocionó y, paradójicamente, dicha reacción la consideré muy preocupante. Porque el hecho de que un simple detatalle de respeto a la realidad bilingüe de Iruñea llega a ser emocionante, habla claro del grado de dejadez, abandono y falta de respeto al que se ha llegado.

Zorionak a quienes, también en la Iglesia, apuestan por el respeto a nuestra lengua y mantienen celebraciones en euskera o utilizan nuestro idioma, aunque sea de manera simbólica. Y no perdamos la esperanza de que algún día, desde el Arzobispado, despierten a la realidad bilingüe de Iruñerria, demuestren un respeto hasta ahora ausente y marquen pautas para que esta vergonzosa situación del euskera en la Iglesia comience a cambiar.