Aunque a más de uno le desagrade el resultado de las primeras elecciones libres del norte de África, debemos congratularnos por la normalidad y limpieza con la que se celebraron los comicios. El islamismo moderado ha sido la opción más votada, al tiempo que la mayoría social tunecina sigue siendo laica? ¡Bienvenidos a la democracia!
Estamos aún en ese dulce comienzo donde todos son amigos y comparten la ilusión por cimentar un país libre. En este ambiente tendrán lugar las negociaciones para formar el nuevo gobierno, que no podrá ser monopolizado por la derecha religiosa. Debido a la fragmentación de la izquierda, el partido En-Nahda (felicitado oficialmente por el Gobierno iraní) ha resultado vencedor, pero deberá entenderse con aquellos que están justo en sus antípodas. El difícil equilibrio entre religión y laicismo será arbitrado por el gran ganador de este proceso: el ejército. Las fuerzas armadas tunecinas apoyaron la dictadura durante décadas, cuando las desavenencias con Ben Alí se hicieron abrumadoras lo dejaron caer, y ahora se colocan como guardianes enigmáticos del futuro de su país.
El único gran riesgo que corre Túnez se llama crisis económica. Las manifestaciones que desembocaron en revuelta no lo hacían tanto para pedir libertad sino pan. Al contrario de algunas creencias políticas enraizadas en nuestro país, el cambio de nombres no garantiza la prosperidad. Si los nuevos mandatarios no alivian la situación económica del país, la radicalización política estará servida. Podría producirse un nuevo ciclo de revueltas callejeras ante unas condiciones materiales que no mejoran. ¿Qué pasaría entonces? Nadie lo sabe.
Occidente cuenta con la diplomacia como medio para ganarse a Rachid Ghanouchi, y la necesidad de ser ayudado en su nueva andadura. Mimar al nuevo régimen mediante la cooperación y la ayuda militar debería ser nuestra principal opción, si es que nos queda algo después de salir de Iraq o rescatar a Grecia. Aunque todos pensemos en Turquía como posible padrino, hay otros que podrían sumarse a la puja. Irán, Arabia Saudí, China, Rusia? Cualquiera con dinero y ganas suficientes para ocupar un puesto en el tablero mediterráneo. Resumiendo, debemos empezar a buscar nuestro sitio en el nuevo orden aunque en el fondo lo detestemos, ya que esta misma situación se reproducirá pronto en Egipto o Libia. Nuestro calvario en la región no ha hecho más que empezar.