El pasado sábado 22 octubre fue publicada una noticia en varios periódicos sobre la condena a un terapeuta por abusos sexuales. La acusación por parte de una mujer joven y su madre abogada, de San Sebastián, resultó inverosímil, y sin embargo, la justicia ha dictado a favor, concediéndoles la indemnización solicitada y la condena de cárcel para el terapeuta. La palabra de una sola persona ha valido más que la de decenas dispuestas a testificar a favor de un profesional con una trayectoria intachable.
Somos conscientes de la gravedad de un abuso, pero también somos conscientes de las desbordantes acusaciones falsas que se están dando últimamente. Éstas, no sólo están arruinando vidas, familias y carreras profesionales sino que también están malgastando tiempo y recursos judiciales necesarios para quienes de verdad los están sufriendo. Por ese motivo no se puede permitir que se realicen juicios débiles a la hora de analizar los hechos y dictar sentencias. En este caso particular, del que tenemos conocimiento, existen incoherencias en los hechos y una vergonzosa falta de datos y testimonios en defensa del terapeuta. Éstas plantean serias dudas en cuanto a la actual imparcialidad en éste tipo de juicios. Una de ellas ha sido la no aceptación del testimonio de dos testigos, presentes en el momento en que, después de las supuestas vejaciones, la acusadora se quedaba (fuera de la consulta), hablando de manera cordial sobre nutrición con el terapeuta. Situación totalmente incoherente después de haber sufrido los supuestos abusos. Los principales puntos para la condena parecen haber sido: darse el hecho en una consulta a puerta cerrada sobre una camilla, el de tratarse de una mujer joven y ser hombre el terapeuta. Leyes imparciales aprobadas constitucionalmente, que conllevan una discriminación positiva incomprensible en nuestros tiempos, penas distintas según género para mismas faltas, (evidentemente más duras para los hombres) y un incremento alarmante de denuncias falsas. Ésta es la justicia, que está siendo criticada, incluso por jueces y abogados.
En este escrito no pretendemos convencer de la inocencia del terapeuta, aunque nosotros no tengamos ninguna duda de ella. En esta carta pedimos que si se dan a conocer hechos se haga de manera imparcial, aportando datos/versiones sobre las dos partes, puesto que una noticia puramente sensacionalista y publicada a nivel local y nacional tiene efectos personales devastadores e irreversibles, que los lectores se cuestionen la información antes de juzgarla y desear la cárcel a quién no conocen; y finalmente, expresar nuestro deseo y nuestra, todavía fe, en que la ley integral de violencia de género sirva para defender de igual manera y castigar con las mismas penas a hombres y mujeres, sirviendo como herramienta para luchar contra la violencia y no como fomento de denuncias falsas. También queremos aprovechar para agradecer de corazón todas las llamadas de apoyo y firmas, que se están recibiendo desde el comienzo del caso, de pacientes y amigos. Están siendo, sin duda, la principal fuente de energía y ánimo, que les está permitiendo seguir luchando para lograr un juicio justo.
Para las personas que lo deseen, puedan seguir enviando sus muestras de apoyo y opiniones, al apartado de correos 988 de San Sebastián.