Izquierda Unida ha impugnado, y con muchísima razón, el debate bipartidista de hoy, día 7, entre Rubalcaba y Rajoy ante la junta electoral por beneficiar claramente a dos partidos respecto a los demás dotándoles de un espacio en los medios inigualable. Pero, ¿es que habrá debate? ¿Pueden los dos partidos que modificaron la Constitución por su cuenta, por orden de los mercados y en tiempo récord, confrontar ideas para ayudarnos a salir de la crisis?

La respuesta para mí es clara. PP y PSOE votan igual al 70% de lo que se plantea en Europa, su sistema neoliberal ha sido calcado durante las sucesivas legislaturas en las que se han ido intercambiando el poder. Especulación del ladrillo, privatización, desregularización, bajadas de impuestos a los ricos, precariedad laboral para los jóvenes, y después para todos, subidas de los impuestos indirectos y finalmente el IVA, entre otras lindezas que nos tienen donde estamos, y sin atisbo de luz al final del túnel. Eso sí, tanto González como Aznar ahora cobran una pasta de aquellas empresas que en su día privatizaron.

Al debate bipartidista lo deberíamos llamar monopartidista. Un debate monitorizado por el poder de los grandes partidos en los que son ellos quienes eligen las preguntas para llevar bien aprendidas las respuestas y dar los titulares que desean para sus respectivos medios de difusión. La bofetada a la democracia es tal que, de celebrarse, yo he decidido no verlo, no me interesa. Iré a echar una caña con mis amigos o al cine. Pero lo ideal para mí sería que ese día, a esa hora, los ciudadanos nos reuniéramos en las plazas de nuestras ciudades y pueblos para hablar de lo que estos señores callan. Lo ideal también sería que los políticos se acercaran para escuchar e incluso para ser preguntados.

Siempre que los políticos han sido expuestos a las preguntas de los ciudadanos se ha puesto en evidencia su distancia, a años luz de la realidad de los ciudadanos, como cuando Zapatero no supo lo que costaba un café o Rajoy se negó a contestarle a una ciudadana cuánto ganaba. Por esto creo que es imprescindible sacar a los políticos de sus despachos y llevarlos a la Ágora y que en ella expliquen detalladamente sus propuestas bajo la inquisición de los ciudadanos que somos los que mantenemos, a duras penas, esto a flote.